
El sacerdote y profesor de los centros teológicos José Manuel Llamas invita a profundizar en el Evangelio de este domingo, 7 de septiembre, XXIII del Tiempo Ordinario (Lc 14, 25-33).
El Evangelio de este domingo nos recuerda una verdad que, en nuestra sociedad, parece haber quedado arrinconada y que solo vuelve al centro cuando nos golpea la vida: que “no somos ná”. Y descubrir esto es, sin duda, abrir la puerta a la sabiduría. Porque no hay nada más necio que creerme el tipo más listo, más guapo, más chulo y más extraordinario del mundo. Y esta tentación está hoy muy de moda, como podemos ver en tantos autócratas narcisistas “maestros liendres”.
Por eso, es muy sano lo que nos dice el libro de la Sabiduría: «si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance, ¿quién rastreará lo que está en el cielo?». Cuando soy consciente de lo “poquita cosa” que soy, y descubro que Dios me quiere así, la conclusión no es: «Hale, ya está. A vivir mi vida». Al contrario: Dios nos quiere así, como hermanos, y eso lo cambia todo, como le señala Pablo a Filemón, a propósito de su ex-esclavo Onésimo. En fin: el camino de la fraternidad supone relativizarlo todo, absolutamente todo, porque solo hay un absoluto, Jesús, que camina delante de nosotros y nos enseña a vivir. Pues nada, a vivir como Él, y detrás de Él.