
El profesor de la Escuela Teológica San Manuel González David Morales Calvente invita a profundizar en el Evangelio de este domingo I de Adviento (Mt 24, 37-44).
Llega el momento más bonito del año y las luces que adornan nuestras calles no pueden distraernos del gran acontecimiento que viene: el nacimiento del niño Dios fue la máxima expresión de la generosidad divina con la humanidad. Debemos prepararnos adecuadamente para este gran acontecimiento que donó la luz a nuestro mundo. Durante cuatro semanas, el tiempo de Adviento nos acompañará con grandes personajes, ideas y luces que nos ayudarán a prepararnos.
En este domingo de Adviento encendemos la primera vela de nuestra corona y, con ella, se ilumina en nuestro corazón el fuego de la esperanza: Cristo viene.
San Marcos nos ayuda con una actitud vital para los cristianos: “Estad atentos, velad…” No es un tiempo sin más; es una aventura de mejora personal para preparar en nuestro corazón un digno pesebre para el niño Dios. San Pablo nos anima resaltando la importancia de estar despiertos y nunca “embotados”. Junto a Él nos embarcamos en el difícil desafío de no saturarnos estos días de fiesta, y que así podamos hacer un buen examen de conciencia con el que desechemos todas esas actitudes que nos separan de Dios y de los hermanos.
La salvación que nos trajo Jesús llama a nuestra puerta y espera nuestra respuesta sincera, ágil y comprometida. El gran amor que Dios regala a la humanidad busca anidar en nuestra sociedad y en nuestra persona.
Recibámoslo como se merece, ¡Feliz domingo!

