El profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga Daniel Harillo ayuda a profundizar en el Evangelio de este domingo, IV de la Pascua.
Vivimos en una sociedad que cree menos necesaria la función de los pastores. Se pusieron alambres de espinos creyendo que protegerían al rebaño y no sería necesario el cuidado del pastor, pero son los lobos los que están aprovechando esta situación para conseguir sus presas. Al igual que en el campo, necesitamos a ese buen pastor que debe cuidar de su rebaño, que nos conozca uno a uno, nos mime y proteja, que ame a su rebaño y esté dispuesto a dar la vida, si fuera necesario, por él.
Cristo es el Buen Pastor que se plantó en medio del mundo manifestando que conoce nuestros sentimientos más profundos, nuestras preocupaciones y necesidades, que ha venido al mundo para cuidarnos y arroparnos en momentos de necesidad. Se ha rodeado de otros buenos pastores para llevar a buen redil a su grey, sólo nos pide que lo conozcamos y amemos.
Este mundo necesita volver la mirada hacia el campo, hacia su lucha, hacia los ganaderos. Necesitamos retomar los buenos oficios que llevan tantos años cuidando nuestra mesa y alimentación. También necesitamos volver a nuestras parroquias, a nuestros pastores para que, como Cristo, nos cuiden, mimen y nos ayuden a encontrar ese remanso de paz que Dios nos ofrece. No dejemos morir ninguna oveja perdida, no permitamos que nadie se sienta ajeno a nuestro rebaño, imitemos la mirada de Cristo y empecemos a trabajar para conseguir la meta deseada del encuentro con el Padre.