
El profesor de los Centros Teológicos Andrés Berlanga Liñán ayuda a profundizar en el Evangelio de hoy, domingo 15 de junio (Jn 16, 12-15).
En este breve pero profundo pasaje del evangelio de Juan, Jesús nos revela que la Santísima Trinidad actúa de manera conjunta en la historia de la salvación. El Hijo, que ha hablado según lo que ha recibido del Padre, anuncia la venida del Espíritu de la verdad, quien los conducirá hacia la plenitud. Y este Espíritu no habla por cuenta propia, sino que transmite lo que ha oído, glorificando al Hijo y, a través de Él, al Padre.
Este dinamismo de amor y comunión de la Trinidad no es cerrado, es un amor que nos incluye. Dios no se queda lejano e inaccesible, sino que entra en nuestra historia, se comunica, nos acompaña y nos guía poco a poco, como un buen padre o una madre paciente. No nos lo dice todo de golpe, porque sabe que no lo entenderíamos. Nos va llevando, como quien enseña a caminar.
Lo importante de esta festividad no es hacer una teología complicada sobre la Santísima Trinidad, sino más bien reconocer que el amor verdadero siempre es relación. Y en Dios tenemos el ejemplo perfecto: una comunión de amor que se entrega, se recibe y se comparte. Esta realidad se hace más cercana cuando vivimos en unidad, cuando escuchamos al otro, cuando caminamos juntos. Hoy, más que entender el misterio, se nos invita a acogerlo, a dejarnos envolver por el amor del Dios Uno y Trino, y reflejarlo en nuestra vida. Vivir en clave de Trinidad: unidos, guiados por el Espíritu, con Jesús en el centro y el Padre como hogar. Así, el Evangelio se hace vida.