
El profesor de los centros teológicos San Pablo de Málaga Francisco J. Jiménez, invita a profundizar en el Evangelio de este domingo, 20 de julio de 2025 (Lc 10, 38-42).
Posiblemente Jesús, ese día que visitó a Marta y a María, también descansaría un rato y tendría hambre. Y estoy seguro de que agradecía la hospitalidad que le brindaban las dos hermanas cuando llegó a su casa. Marta y María querían ser hospitalarias, acoger a ese hombre del que decían que era un profeta, y que había aceptado compartir con ellas ese momento. Pero quizás Marta estaba tan centrada en atenderlo y agradarlo, que se olvidó de vivir el presente con plenitud, de descubrir a quien tenía delante. Marta trató de acoger, pero sin encuentro, sin ponerse en el lugar de Jesús. No es raro que, cuando trato de ser acogedor con una persona, lo haga desde mí, desde mis necesidades, desde lo que yo creo que hay que hacer, pero sin preguntarme si realmente eso es lo que la otra persona quiere o necesita. Vivimos un contexto social complejo en el que la inmediatez y la sobreinformación nos dificultan descubrir que, en cada lugar, en cada momento, en cada persona, la existencia cobra todo su sentido. María supo verlo y dedicó a ese encuentro toda su atención. Al poner a Jesús en el centro, supo lo que tenía que hacer y, en ese momento, era sentarse y escuchar. Se trata del arte de estar, desde lo que, en cada momento, en cada situación, con cada persona, pueda significar esa palabra. A veces será actuar, a veces escuchar, a veces, compartir el silencio. En cualquier caso, será estar.