
El sacerdote y profesor de los centros teológicos diocesanos Francisco Javier Guerrero García invita a profundizar en el Evangelio de este domingo XXI del Tiempo Ordinario: Lc 13, 22-30
En el Evangelio, alguien pregunta a Jesús: “¿Serán pocos los que se salven?” Pero Él no responde con cifras, sino con una llamada al corazón: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha”. No se trata de contar cuántos entran, sino de vivir con el corazón abierto a Dios y a los demás. La “puerta estrecha” no es un obstáculo, ni filtro para pocos, sino un aviso para no conformarnos.
El seguimiento de Jesús pide entrega, coherencia y una vida que refleje el amor que recibimos. Lo importante es vivir desde ese amor, dejando un espacio real para Dios en nuestra vida. Este Evangelio no pretende asustar, sino despertar. Nos anima a revisar si nuestra fe es de costumbre o apariencia; o, por el contrario, es una fe que está viva, si da fruto, si nos empuja a amar, servir y perdonar.
La buena noticia es que la puerta está abierta. Dios no excluye a nadie. La salvación no es para unos pocos perfectos, sino para todos los que caminamos con Dios, aunque tropecemos.
Hoy, el Señor nos anima a revisar nuestra vida: ¿estamos entrando por esa puerta cada día o nos quedamos mirando desde fuera? No dejemos todo para mañana: hoy es el día para dar un paso más, para confiar más, para vivir más desde el Evangelio. Jesús no cierra la puerta a nadie. Al contrario: nos espera, nos llama y nos acompaña. Solo hay que decirle que sí. ¡No tengamos miedo! Si caminamos con Jesús, la puerta se ensancha y la vida se llena.