
La profesora de los centros teológicos diocesanos Elena López Abelaira invita a profundizar en el Evangelio de esta Nochebuena (Mt 1, 1-25).
¡Nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor! Estas no son las palabras exactas que anuncia el ángel a los pastores, pero podemos parafrasearlas de dicha forma, porque hoy nos ha nacido el Salvador. ¡Qué gran alegría celebramos esta noche!
El Señor ha tenido tanta misericordia de nosotros que se hace carne, nuestra carne, y nos lo encontramos en un pesebre, envuelto en pañales, humilde desde su nacimiento. No era el salvador esperado por los judíos, un salvador que se enfrentara a los romanos, sino uno que viene a rescatarnos de nuestros pecados. Esos pecados que ni tú mismo te perdonas, que te da vergüenza reconocer, pues de esos te libra este niño.
Es interesante también el comienzo del evangelio, que nos contextualiza el momento histórico. Viene en nuestra ayuda por si hay dudas; es un acontecimiento histórico, real, tan real como este niño.
Y si nos queda alguna interrogante más de este anuncio, el Señor viene a confirmarlo en el final del evangelio, en el que el ángel indica de qué forma los pastores encontrarán al niño. En las escrituras hay muchos ejemplos en los que el Señor da una señal para que creamos, para que no tengamos duda de que lo que dice el Señor se cumple.
Vivamos este tiempo con alegría, la alegría de saber que hemos sido salvados.

