Las Madres Dominicas del Monasterio de Santa Ana de Murcia invitan a profundizar en el evangelio de hoy, 7 de enero, (Mc 7, 14-23)
El Evangelio de Marcos es el más breve y se caracteriza por decir las cosas en pocas palabras, pero dejando todo bien claro.
El tema de la impureza es algo que preocupa mucho a los fariseos. Ellos son muy meticulosos en mantener la pureza en lo exterior, pero sus corazones no los cuidan tanto.
Jesús nos advierte de este peligro de llevar una doble vida, en otro pasaje dirá: “este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. Sólo los de corazón limpio, los que no dan cabida a “los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad”, esos serán dichosos porque verán a Dios.
Jesús nos invita a ir más allá de la pureza legal, de la que reside en las cosas externas. Él que “no ha venido a abolir la ley sino a darle plenitud”, nos propone un modo nuevo de vivir, cuidando y cultivando la pureza de nuestro corazón.
El corazón, como nos enseña el catecismo de la Iglesia Católica, “es la morada donde yo estoy, o donde yo habito (según la expresión semítica o bíblica: donde yo “me adentro”). Es nuestro centro escondido, inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de nadie; sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo”.
En nuestro corazón reside todo lo que somos, si lo mantenemos limpio veremos a Dios en todo lo que nos rodea, seremos felices y nuestras obras le agradarán. Si por el contrario, nos dejamos llevar de las bajas pasiones que nos dejan como anestesiados, nuestra vida será ramplona, siempre estaremos insatisfechos y nuestra obras no serán del agrado de Dios.
MM. Dominicas
Monasterio de Santa Ana (Murcia)