Fray Manuel Santos Sánchez O.P., del Convento de Santo Domingo (Oviedo), invita a profundizar en el evangelio de hoy, 20 de diciembre (Lc 1, 26-38).
Sin entrar en disquisiciones exegéticas, atendimiento a las palabras del texto, vemos que en él se anuncia el embarazo de la Virgen y el nacimiento de su Hijo, al que pone por nombre “Dios con nosotros”.
La mayor prueba del constante amor de Dios hacia nosotros es lo que se expresa en este pasaje: el envío y nacimiento de su Hijo Jesús, el que nos amó “hasta el extremo”.
Llevado de este amor nos regaló su amistad. Sublime realidad el poder disfrutar de la amistad de todo un Dios, del Hijo de Dios.
Y llevado de este amor nos señaló el camino a seguir ante las distintas circunstancias de nuestra vida para vivirla con sentido, alegría y esperanza. No cabe otra postura que la de inmensa gratitud ante los regalos de Jesús.
¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El evangelio de este día nos recuerda uno de los pasajes más determinantes de nuestra religión cristiana. Es el anuncio a la Virgen María de que Dios la ha elegido para ser la madre de su Hijo, el Hijo de Dios.
La primera reacción de la Virgen es la del asombro: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”. Pero el Señor le aclara la situación: “No temas María… el Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios”.
La segunda reacción de la Virgen es la de la aceptación de la voluntad de Dios: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
Podemos y debemos acudir a nuestra madre María. Ella siempre nos dirá: “haced lo que Él os diga”.