Fr. Antonio Bueno Espinar O.P., dominico del Convento de Santa Cruz la Real (Granada) ofrece su comentario para ayudar a profundizar en el Evangelio de hoy.
Cuando falta la disposición interior para buscar la verdad; cuando importa poco la verdad o no interesa porque desmonta todo lo que pensamos nos conviene a nosotros, la petición de una señal, revela lo que en el fondo de nosotros mismo hay: falta de fe. Pensamos que hay que ver para creer y así no vemos nada. Es la ceguera de la que Jesús nos habla. Se ha repetido, una y otra vez, y lo hemos escuchado en el evangelio de Marcos. Dicho a los discípulos cuando la tempestad en el mar de Galilea. Puesta de relieve con la mujer que padecía flujos de sangre: tú fe te ha salvado. A Jairo, cuando lo disuaden de seguir molestando al Maestro: basta que tengas fe. Le buscaban movidos por la fe, buscando su ayuda para salir de la desolación en que se encuentran. No le piden un signo, sino que tenga misericordia de ellos.
Los fariseos discuten con él para ponerlo a prueba. No creen, por eso no pueden ver nada. Manosean las Escrituras, pero no creen en ellas. La consecuencia es la ceguera. Ellos dicen que ven, pero en realidad están ciegos.
A la exigencia de ellos, Jesús les responde remitiéndolos a las Escrituras:”¿Por qué esta generación reclama un signo? Tienen a Moisés y los Profetas, que los escuchen, aparece en la parábola del rico y el mendigo Lázaro. Tienen todas las señales, pero no las ven. A esta generación no se le dará ninguna señal. ¿Por qué? Por la predisposición en contra. Los signos y prodigios no llevan a creer si no hay disposición de acogida sin condiciones de la palabra y la obra de Jesús.
Los dejó y se fue a la otra orilla. Perdieron la oportunidad que se les regalaba. Por eso mientras no se cambia la disposición interior, no hay espacio para Dios en la vida del ser humano y como consecuencia se le cierra la puerta, porque no hay lugar para él en el mundo que nosotros hemos diseñado. Si Dios no guía nuestros pasos, nada entenderemos del anuncio del Reino.
¿Cómo vivo la palabra que proclamo? ¿Cómo la sabiduría que viene de lo alto es acogida cada día? ¿Cómo se hace presente en el quehacer de nuestra vida?
Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.
Convento de Santa Cruz la Real (Granada)