
La monitora de la Escuela Teológica San Manuel González Ana María Barrera invita a profundizar en el Evangelio del domingo (Lc 8, 1-8).
Este evangelio toca uno de los temas favoritos de Lucas, la oración. En él encontramos dos personajes opuestos: un juez injusto, algo contradictorio; y una viuda valiente que no teme presentar sus necesidades una y otra vez. A través de estos dos personajes, Jesús nos quiere mostrar cómo debemos acercarnos a Dios y pedirle, a través de la oración, todo lo que necesitamos.
La figura del juez injusto nos enseña que, si una persona que se dedica a impartir justicia solo lo hace por miedo, comodidad y por la insistencia de la viuda que se lo pide, cuánto más lo hará Dios, que tiene un corazón humano y que nos ama a todos, cuando se lo pidamos con perseverancia y sin desfallecer.
Esta viuda se nos presenta como modelo de oración para todos nosotros. Nos muestra unas actitudes muy buenas: no desanimarnos, persistir en la búsqueda de la justicia y en decírselo al Juez Supremo a través de la oración.
Debemos tener en cuenta que la oración debe ser perseverante; aunque a veces Dios tarde en concedernos lo que le pedimos. Sus tiempos son distintos a los nuestros y en ese perseverar en la oración estamos mostrando que creemos en Él y que confiamos en su escucha. La oración nos cambia a nosotros más que a las personas que nos rodean, profundiza nuestra fe y confianza en Dios. Ese es el motivo por el que Jesús termina el Evangelio con esa pregunta. ¿Somos nosotros modelo en esa fe de la viuda?