
Andrés García Infante, profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga, ayuda a profundizar en el evangelio del domingo XIX del Tiempo Ordinario, 13 de agosto de 2023.
Los ojos fijos en Jesús
En el evangelio de hoy vemos un reflejo de nuestra vida de fe. Tras un momento de gloria –la multiplicación de los panes y los peces- viene uno de vulnerabilidad. Se nos dice que Jesús se retiró solo al monte a orar, indicando a sus discípulos que subieran a la barca y lo esperaran en la otra orilla.
Nos podemos imaginar el estado de confusión de los discípulos, pues a buen seguro se preguntarían cómo es posible que tras un milagro de esa envergadura –que suscitó gran entusiasmo entre la multitud- todo acabe de esa manera. ¡Cuántas veces querríamos instalarnos en la comodidad de los momentos de gloria! ¡Con lo bien que nos ha ido en esta parroquia, en este grupo… Señor, ¿cómo nos mandas a otro lugar?! La tormenta les sobrevino «cuando estaban lejos de la orilla».
Hagamos memoria de las veces que nos ha sorprendido una tormenta lejos de nuestra orilla, de nuestras seguridades. Las olas zarandean nuestra barquilla… y parece que el oscuro abismo va a tragarnos. Pero, en medio del mar embravecido, aparece el Señor y nos dice: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
El evangelio de hoy nos ofrece esperanza. Como Pedro, respondemos con entusiasmo al Señor, pero el miedo nos hunde en cuanto llegan las dificultades. Debemos recordar una verdad esencial: ¡no nos salvamos nosotros, nos salva Cristo! Por eso debemos tener siempre, especialmente en medio de las tormentas, los ojos fijos en Jesús.