Antonio Aguilera, profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo XIII del Tiempo Ordinario (Lucas 9, 51-62), 26 de junio de 2022.
En el camino hacia Jerusalén, buscando alojamiento, los samaritanos no quieren recibirlo. Santiago propone violencia contra ellos: fuego que acabe con todos. Jesús “les regañó”. Nunca se responde a un mal con otro mal… Y en ese camino, tres relatos vocacionales. En ninguno de ellos se da nombre concreto: son casos paradigmáticos… puede ser el de cada uno de nosotros.
1. “Te seguiré a donde vayas”: La decisión es preciosa, pero Jesús aclara que seguirlo conlleva mucha exigencia; seguirlo es aceptar la inseguridad y el desprendimiento de todo: “las zorras tienen madriguera y los pájaros nido, el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza”.
2. “Sígueme”: El segundo es llamado por el mismo Jesús. Pero el llamado muestra “ataduras” que lo amarran, ataduras muy lógicas (enterrar a su padre); lógicas, pero ataduras. ¿Qué ataduras me amarran a mí? Jesús me pide superarlas: “tú vete a anunciar el reino de Dios”.
3. “Te seguiré, pero déjame despedirme de…” Sí, Señor, voy contigo, pero… sigo mirando para atrás. Jesús nos pide que, tras el encuentro con Él, la andadura ya es presente y futuro: “El que echa la mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”.
Tú y yo hoy: ¿Vamos con Jesús a Jerusalén? ¿De verdad o le ponemos nuestras “condiciones”? ¿Seguimos mirando para atrás? Él nos lo pide todo y sin más plazos.