El sacerdote Antonio Fernández López, arcipreste de Antequera, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo III de Adviento, Domingo Gaudete o de la Alegría (Lucas 3, 10-18)
Estamos ya en el tercer domingo de Adviento. Hoy la liturgia recuerda la invitación del apóstol Pablo: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres… El Señor está cerca” (Fil 4, 4-5). La madre Iglesia, mientras nos acompaña hacia la Navidad, nos ayuda a redescubrir el sentido y el gusto de la alegría cristiana, tan distinta a la del mundo.
A este Domingo de Adviento la Iglesia por esto lo llama “Domingo Gaudete”, es decir, “Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres” Flp 4, 4.5). La verdadera alegría en la vida es Jesús que, con su nacimiento, viene a disipar las tinieblas del pecado y envolvernos en su luz maravillosa. “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG 1).
Vivir el Adviento de la mano de Juan el Bautista significa dar frutos de vida cristiana. El gozo de la celebración de la Navidad ya próxima no es solo una cuestión de sentimientos, sino de esperanza y conversión activa y dar fruto desde el amor de Dios. El Señor está cerca y nos lleva a dar buenos frutos, a demostrar con hechos, que con Cristo nuestra existencia ha cambiado. Es una invitación radical de una vida con frutos y gestos cristianos concretos.