Publicado: 03/01/2022: 10
Antonio Manuel Montosa, profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga, ayuda a profundizar en el evangelio del domingo 9 de enero, Solemnidad del Bautismo del Señor (Lucas 3, 15-16.21-22).
Jesús, ungido por el Espíritu, es constituido Mesías, Hijo de Dios.
El evangelio narra el acontecimiento del Bautismo de Jesús. El relato consta de dos momentos. El primero centrado en la figura de Juan bautista. Muchos piensan que Juan es el Mesías y orientan su mirada hacia él. Pero Juan la dirige hacia otro más “fuerte” y cuyo bautismo no es con agua sino con “Espíritu Santo y fuego” (Lc 3,16). Este bautismo es el del cumplimiento escatológico, mientras que el de Juan es preparatorio: “un bautismo de conversión para el perdón de los pecados” (Lc 3,3).
El segundo momento relata que Jesús “fue bautizado” (Lc 3, 21). Este acontecimiento está en el origen de su mesianismo: es el Siervo del Señor. El bautismo es un acto constitutivo de la existencia y misión de Jesús. Significa que la acción del Espíritu conforma su humanidad para realizar la misión que ha recibido. El Espíritu realiza la conformación interior de Jesús, mientras que la voz del cielo lo atestigua ante la multitud. La acción del Espíritu no es ocasional sino que lo constituye y cualifica enviándolo a la misión: “Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu” (Lc 4,14). Los discípulos así lo comprenden y lo expresan después de Pentecostés: “A Jesús de Nazaret lo ungió Dios con Espíritu Santo y poder: discurrió haciendo el bien y curando a los poseídos del diablo, porque Dios estaba con él” (Hech 10, 38).