Clausura del primer centenario de la Obra Educativa de la Diócesis y del sesenta aniversario de la Fundación (Santuario de Santa María de la Victoria-Málaga)

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la clausura del primer centenario de la Obra Educativa de la Diócesis y del sesenta aniversario de la Fundación (Santuario de Santa María de la Victoria-Málaga) celebrada el 3 de mayo de 2013.

CLAUSURA DEL PRIMER CENTENARIO

DE LA OBRA EDUCATIVA DE LA DIÓCESIS

Y DEL SESENTA ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN

(Santuario de Santa María de la Victoria-Málaga, 3 mayo 2013)

Lecturas: 1 Co 15,1-8; Sal 18,2-5; Jn 14,6-14.

1.- A los pies de nuestra Patrona y también haciendo honor a la Fundación que lleva su nombre, nos hemos reunido, en primer lugar, para dar gracias al Señor. Una gran acción de gracias por este año en el que hemos celebrado el sesenta aniversario de la Fundación Victoria y el primer centenario de la obra educativa escolar de la Diócesis. Estos son motivos sobrados para dar gracias al Señor y venir a los pies de nuestra Patrona y Titular.

Agradecemos a la Virgen ese acompañamiento que nos hace y ha estado haciendo hasta ahora; ella ha estado presente a lo largo de estos años.

2.- Hoy la liturgia nos ofrece la consideración de dos Apóstoles. Dos Apóstoles que tuvieron la experiencia personal de Jesús, antes de su muerte y después de su muerte.

En la carta a los Corintios, Pablo nos dice lo que es el núcleo del anuncio del evangelio. En este año de la fe, vinculado a lo que es la nueva evangelización y preocupados todos, desde nuestra tarea educativa, de lo que significa esta nueva evangelización y este año de la fe, Pablo nos ofrece hoy la consideración de lo que es el kerigma.

El kerigma es el anuncio del núcleo de la Buena Nueva, es el anuncio evangélico. Y, ¿cuál es el núcleo? La persona de Jesucristo. Jesucristo que ha muerto por los pecados, Jesucristo que ha resucitado y Jesucristo que se ha dejado ver a unos testigos. Estos testigos son quiénes nos lo transmiten. Pero el núcleo es Cristo muerto por nosotros, muerto por la Humanidad, resucitado y se aparece.

3.-Ese Evangelio, esa Buena Nueva que nos anuncia el testigo, en este caso los Apóstoles y la Iglesia, es el que nos lleva a la aceptación y adhesión a la persona de Jesucristo. El anuncio lleva a la fe. Por lo tanto, el binomio del día de hoy, en esta fiesta de los Apóstoles, es fe-evangelización, fe-misión.

Las apariciones del Señor, que nos narra Pablo en esta carta a los Corintios, han ido engendrando misiones. Los discípulos, que ven resucitado a Jesús, no pueden callarse y lo manifiestan dando testimonio. Son enviados.

Dentro del núcleo del kerigma que se refiere a Jesucristo, el Evangelio de Juan, que hemos escuchado, explicita, desarrolla un poco más, lo que significa esa Buena Nueva de Jesús como revelador del Padre. No es que Jesús y el Padre sean lo mismo, son uno, que es distinto. Viven en plenísima y en total comunión, pero como dos personas distintas. Jesucristo como revelador del Padre es, por tanto, el camino hacia el Padre. Es la Vida, que ofrece en la cruz. Y es la Verdad, la plena revelación de lo que es Dios.

Por tanto, como único camino, nadie va al Padre si no es por Jesús. Conocer a Jesús implica conocer al Padre. Aceptar a Jesús supone aceptar al Padre. Por eso, en el diálogo con Felipe dice: «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre» (Jn 14, 9). Y no porque sean lo mismo, sino porque nos revela a la otra Persona.

Jesús se convierte en el único mediador entre Dios y los hombres. Sólo podemos llegar a Dios a través de Jesucristo. Esto entra dentro del kerigma o del mensaje nuclear de la revelación cristiana.

4.- Entramos en el marco de la celebración de los cien años de la obra educativa. Estamos muy agradecidos a Dios y a todas las personas que lo han hecho posible.

Esta celebración también nos recuerda las dos finalidades de esta obra educativa:

1) Ayudar a madurar en la fe. Como institución educativa diocesana, como tarea de la Iglesia, hemos de ayudar a madurar en la fe, a crecer en la fe, a provocar la fe en nuestros alumnos y en el personal que trabaja con nosotros.

2) Promover evangelizadores o misioneros. «La Iglesia existe para evangelizar». Así lo afirmó Pablo VI en su preciosa encíclica Evangelii nuntiandi, 14. Por ello, todo cristiano está llamado a ser misionero, a anunciar la fe. Es necesario como educadores que despertemos esta vocación.

La fe supone un proceso personal. Para poder madurar en la fe hay que iniciarla, hay que aceptarla, hay que aceptar a Jesucristo, pero hay que recorrer un camino personal. Cuando decimos personal es que nadie puede recorrerlo por otro, ni los padres por los hijos, ni los educadores por sus educandos. No vale, por tanto, que yo viva la fe o que yo haga el recorrido de la fe. Es necesario que yo ayude al otro a hacer su camino, su proceso.

5.- La pedagogía de la fe no es la pedagogía educativa. Hay grandes maestros como pedagogos educativos, pedagogos de la escuela, pedagogos de la enseñanza, pedagogos del acompañamiento… Pero la pedagogía de Dios es distinta.

Las características de la pedagogía de Dios o de la pedagogía de la fe son muy particulares:

1) Dios respeta el ritmo de aquel que se acerca a Él, el ritmo de la fe. Respeta el proceso.

2) Dios se revela a la persona. Este proceso viene iniciado, acompañado y dinamizado por la misma fuerza de Dios. Cosa que en los otros procesos pedagógicos no tiene por qué.

¿Dónde reside la fuerza de la fe? En la fuerza del Espíritu, en el don del Espíritu. Es un don del Espíritu y eso no podemos obviarlo, hay que tenerlo en cuenta.

Para que la pedagogía de la fe y del kerigma funcionen, en nuestro testimonio hemos de hacer nosotros ese mismo proceso de fe. Este proceso ya lo hizo Pedro y lo hicieron todos los Apóstoles, y no les fue fácil. Nosotros, ahora, desde nuestra experiencia de dos mil años pensamos que fue muy claro. Pero la experiencia de Pedro y de Pablo que viven una fe judía, el paso de esa fe a la fe cristiana, fue un salto cualitativo. Pedro no tenía claro eso de la evangelización a los paganos y tiene que aceptarlo después de que Pablo predique a los paganos y el Espíritu se dé también a los paganos. Y gracias a eso, hoy también en Málaga, se vive la fe porque fue anunciada a nosotros, paganos en aquel momento; gracias a Dios se predicó el Evangelio a los paganos. Por ello, hemos de continuar predicando el Evangelio a los paganos, porque tenemos mucho “paganitos” en nuestras escuelas; “paganitos” ellos y paganos sus padres.

Es importante captar qué es la pedagogía de la fe, pedagogía de Dios o pedagogía del kerigma. Es un proceso personal en el que hay que ayudar a que el otro lo haga. Es un don del Espíritu que hay que pedir, es una gracia.

Nosotros podemos convertirnos en evangelizadores o en anunciadores donde estemos, en el campo que nos toque.

6.- Vamos a pedirle al Señor, en primer lugar, a madurar y a purificar nuestra fe, como la tuvieron que purificar los Apóstoles y Pablo. Tenemos que purificarla, tenemos que madurarla, tenemos que profundizar en ella yendo a la raíz, a lo esencial y dejando otras cosas. A veces, decimos fe a cosas que no son de fe, a costumbres, a modas, a estilos, a actos que hacemos repetidos y que no tienen nada que ver con la fe cristiana, con la fe en Jesucristo, ese que muere en la cruz por nosotros y resucita.

Probablemente en nuestras manifestaciones hay más religiosidad global que fe cristiana, y eso hay que purificarlo en nosotros y en las manifestaciones que veamos de nuestros educandos.

Vamos a continuar esta celebración de acción de gracias a Dios por todo lo que Él nos regala y nos ha regalado: la fe, la vida, la Fundación, la obra educativa, este centenario fecundo. Le pedimos también que nos siga bendiciendo y dando la fuerza y la luz para seguir en esta tarea.

Que el Señor nos ayude, primero a ser buenos creyentes en Cristo, no sólo hombres religiosos, sino hombres cristianos. Y, en segundo lugar, que seamos solícitos de esa tarea que el Señor nos encomienda de una educación integral que toca, por tanto, la dimensión espiritual, religiosa y cristiana de nuestros educandos.

Que la Virgen, Santa María de la Victoria, nuestra Patrona y Titular, nos continúe acompañando en esta tarea no fácil, pero hermosa. Que así sea.

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