Homilía del Sr. Obispo de Málaga, Mons. Jesús Catalá, en la Misa celebrada en la Catedral de Málaga con motivo del Centenario del nacimiento de Fernando Rielo Pardal, fundador de los Misioneros y Misioneras Identes.
CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE FERNANDO RIELO PARDAL,
FUNDADOR DE LOS MISIONEROS Y MISIONERAS IDENTES
(Catedral-Málaga, 6 diciembre 2022)
Lecturas: Is 40, 1-11; Sal 95, 1-3.10-13; Mt 18, 12-14.
1.- La figura de Fernando Rielo
En esta celebración damos gracias a Dios por el Centenario del nacimiento de Fernando Rielo Pardal, fundador de los Misioneros y Misioneras Identes.
Nació en Madrid en 1923 en una familia religiosa y pudo dar testimonio de su fe a tierna edad, el mismo día de su primera comunión, cuando le incitaron a renunciar a la fe católica al colocarlo en un paredón para fusilarlo; pero él mantuvo el testimonio de su fe.
A los 16 años tuvo una experiencia espiritual personal que le marcó para siempre, donde sintió la llamada divina a ser santo: “Sé santo, hijo mío, como yo soy santo”, prometiendo al Señor vivir y transmitir el Evangelio con el sacrificio de la propia vida e ingresando en la congregación del Santísimo Redentor.
En este tiempo creó un movimiento llamado “Motus Christi”, germen de lo que sería después la institución “Id de Cristo Redentor de Misioneras y Misioneros Identes”, que fundaría en Santa Cruz de Tenerife en 1959.
2.- El carisma del Instituto
La Institución por él fundada, formada por varones y mujeres, laicos y clérigos, célibes y casados, tendría un largo recorrido hasta el reconocimiento canónico en la diócesis de Madrid en 1994, como Asociación Pública de Fieles, que pasaría a ser en el año 2009 un “Instituto de vida consagrada” de derecho pontificio.
La Institución se ha extendido por numerosos países de Europa, América, Asia y África, con la misión del mandato evangélico: “Id y predicad el Evangelio” (cf. Mc 16, 15), expresado con el neologismo “idente”, que significa “caminar uniéndose permanentemente con la divina conciencia filial de Cristo”.
El lema del Instituto Idente es “Cree y Espera”, enriqueciendo su espiritualidad con la veneración a la Santísima Virgen, como Madre y Maestra de la vida espiritual, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Vida Mística; y también teniendo presente la devoción a San José.
El carisma “Idente” se concreta en vivir y testificar nuestra filiación divina, siguiendo a Cristo bajo la acción del Espíritu Santo. Y se fundamenta en tres principios evangélicos: 1) la vocación a la santidad (cf. Mt 5, 48); 2) la promoción de la vida comunitaria y el espíritu de familia (cf. Mt 18, 20); 3) y la dedicación prioritaria a la misión evangelizadora de ir por todo el mundo para proclamar la buena nueva (cf. Mc 16, 15).
3.- El anuncio de la buena nueva
La misión de la familia “Idente” está en plena sintonía con la lectura bíblica proclamada hoy, en la que el profeta Isaías, como buen heraldo, nos anuncia la buena nueva de que Dios se hace presente entre los hombres: «Aquí está vuestro Dios» (Is 40, 9); «el Señor Dios llega con poder y con su brazo manda» (Is 40, 10).
La gran noticia que recorre la tierra es la presencia de Dios entre los hombres; la encarnación del Hijo de Dios; la venida del Verbo eterno que entra en la historia. El Adviento nos prepara a esta celebración de la Navidad.
El Concilio Vaticano II nos recuerda que “la plenitud de los tiempos ha llegado, pues, hasta nosotros (cf. 1 Co 10,11), y la renovación del mundo está irrevocablemente decretada y empieza a realizarse en cierto modo en el siglo presente” (Lumen gentium, 48). La venida de Cristo es un hecho histórico que marca la vida de la humanidad. Se trata de un hecho irreversible y ya no hay vuelta atrás. Cristo se ha encarnado en la historia y nos ha salvado; ésta es la gran noticia que hay que pregonar.
4.- La tarea de los “Misioneros y Misioneras Identes”
La misión evangelizadora de los miembros del Instituto Idente se realiza en gran variedad de misiones, según las necesidades de las iglesias locales, procurando remediar las miserias humanas: enfermedad, incultura, injusticia, tristeza, sinsentido de la vida.
El profeta Isaías proclama al pueblo de Israel que Dios consuela a su pueblo desolado; ésta es la tarea: consolar al desconsolado. Dice el profeta: «Consolad, consolad a mi pueblo» (Is 40, 1). En nuestra sociedad se han adueñado de los medios de comunicación los profetas de calamidades, que nos anuncian infortunios; y necesitamos la voz profética de la esperanza que, sin engaños, nos ofrezca paz, alegría, fraternidad, luz y salvación.
La “Fundación Cultural Fernando Rielo”, a través de Premios Mundiales de Poesía Mística y de Música Sacra, pretende promover los valores espirituales y culturales en su dimensión trascendente, de la que tan necesitado está nuestro mundo; y también impulsa el encuentro entre las diferentes culturas y tradiciones. El Instituto promueve asimismo otros tipos de actividad intelectual y cultural.
En el evangelio de hoy Jesús propone la parábola de la oveja perdida (cf. Mt 18, 12), porque Dios quiere acoger a todas sus ovejas y no quiere que nadie se pierda. Y si alguna se separa del redil y se pierde, va en su busca hasta que la encuentra, regocijándose por el regreso de la perdida (cf. Mt 18, 13). Hemos de imitar a Jesús, Buen Pastor, y no podemos quedarnos tranquilos mientras haya personas que no conozcan a Cristo salvador.
En esta celebración recordamos que Fernando Rielo nos ha dejado un hermoso y fecundo legado espiritual y cultural, que sus discípulos encarnan actualmente asumiendo la espiritualidad y la misión encomendada.
5.- Acción de gracias a Dios
En este día, seis de diciembre, se celebra el aniversario de su nacimiento a la vida eterna, que tuvo lugar en 2004, en Nueva York.
Hoy damos gracias a Dios por la persona y obra de vuestro Fundador, queridas “Misioneras Identes”; y pedimos que os mantengáis fieles al carisma recibido, enriqueciendo a la Iglesia y a la sociedad con vuestra vida y con la misión que se os ha confiado.
Pedimos a la Santísima Virgen María que nos acompañe en este Adviento en espera de la venida del Señor, que llega para traernos la salvación. Amén.