Carolina Navarro Björk (Málaga, 1976) es la jugadora de pádel número uno del mundo y recibe este lunes 27 de abril la Medalla de Oro de la Diputación de Málaga, junto a Cáritas Española, el empresario Enrique Pérez Flores y la entidad financiera Unicaja.
«La familia es lo más importante», y la suya ocupa para ella un lugar especial, el mejor de su palmarés. Nueve años número uno del mundo y doce campeonatos consecutivos de España la convierten en toda una estrella del deporte. Sin embargo, no olvida su formación en el colegio de la Asunción y entre sus últimos proyectos se encuentra una iniciativa de integración, a través del pádel, para personas con discapacidad. De ellos asegura «aprendo muchísimo»
–Nueve años número uno del mundo, doce campeonatos de España consecutivos… ¿Cómo se digiere el éxito sin caer en la locura?
–No pienso en los éxitos, creo que igual cuando me retire pensaré en ello. Siempre digo que no soy ni mejor ni peor que nadie por darle bien a una pelotita, lo importante son otro tipo de cosas en la vida. Realmente me hace feliz estar consiguiendo grandes resultados, pero esto no ha cambiado absolutamente en nada mi forma de ser.
–¿Qué es lo mejor que te ha enseñado el deporte?
–El pádel me ha enseñado muchas cosas: que trabajar en equipo es mucho más importante que luchar individualmente y te hace mucho más fuerte, que con esfuerzo se pueden conseguir las cosas. Además me ha enseñado el valor de la superación y el creer que puedes conseguir lo que quieras pero siempre superándote. También he aprendido a ser humilde y que la familia es lo más importante, el deporte me ha enseñado a vivir lejos de ellos, a pesar de echarlos muchísimo de menos, pero que a pesar de la distancia siempre están ahí.
–Eres una mujer de retos, y el último es abrir escuelas que enseñen pádel a personas con discapacidad y logren a través de este deporte su integración efectiva en la sociedad ¿qué te ha movido a hacerlo?
–He estado varias veces en las escuelas que la asociación de pádel adaptado, ASPADO, tiene en Madrid, Guadalajara… compartiendo clases de pádel con estos chicos. Para mí ha sido un lección de vida, de lucha, de esfuerzo, de superación y me ha transmitido que tenemos que minimizar los problemas. A veces nos quejamos por tonterías… y al final, cuando estás frente a algo tan increíble como es la integración de chicos con discapacidad, jugando al pádel en este caso, aprendes a valorar las cosas de otra manera y a disfrutar más de la vida. Te enseñan a ser más feliz, a disfrutar y que, con esfuerzo y superación puedes conseguir lo que quieras. Aprendí muchísimo de ellos. Los admiro… admiro su manera de afrontar la vida, de superarse y de intentar hacer deporte tengan la limitación que tengan. La sociedad tiene muchas cosas que aprender de ellos, para empezar, a no quejarnos por tonterías, a luchar por lo que queremos y a no bajar los brazos a la mínima, a disfrutar de la vida y de los pequeños detalles que tenemos delante y que no sabemos apreciar.
–Te educaste en un colegio religioso ¿sigue vive la llama de la fe en tu vida? ¿Rezas antes de los partidos? ¿Tiene Dios un huequito en tu corazón?
–Soy creyente, de hecho estudié en el colegio La Asunción de Málaga, mi educación ha sido siempre católica. Dios siempre ha tenido un hueco en mi corazón y lo sigue teniendo. Eso sí, no rezo antes de los partidos, creo que los partidos dependen más de mí, del trabajo que haya hecho durante el año, y de mi preparación física, técnica y psicológica.
Autor: Ana María Medina
