En la tarde del lunes 17 de enero, voluntarios y trabajadores del centro de acogida nocturna «Calor y Café» celebraron juntos una eucaristía en la parroquia de San Pablo con motivo del 5º aniversario de este recurso que nuestra Iglesia Diocesana puso en marcha por medio de Cáritas con motivo del Año de la Misericordia.
La misa fue presidida por el anterior delegado episcopal de Cáritas Diocesana, Gabriel Leal Salazar, y concelebrada por el párroco José Manuel Llamas. Algunas Cáritas Parroquiales del arciprestazgo como Santa Mª de la Amargura, Ntra Sra. de Los Ángeles, Santo Tomás de Aquino, Santa Ana y San Joaquín y San Francisco Javier estuvieron representadas por diversos miembros de sus equipos.
Calor y Café ha acogido a casi personas en sus primeros cinco años de vida
Con motivo de este quinto aniversario, Cáritas Diocesana ha querido hacer balance del trabajo realizado durante este periodo en el que se han acogido a 941 personas sin hogar que, de no existir este recurso, se hubiesen visto obligadas a pasar las noches en las calles de nuestra ciudad.
La creación de este recurso, que abrió sus puertas por primera vez el 1 de enero de 2017, fue posible gracias a la colaboración de centenares de personas, cristianas, congregaciones, órdenes religiosas, empresas, administraciones públicas, etc., que se volcaron con la campaña Que sientan tu calor puesta en marcha por Cáritas Diocesana para Año de la Misericordia.
Una vez puesto en marcha, también ha contado siempre con un gran parroquias, comunidades recaudar fondos y hacer realidad este gesto significativo de la diócesis de Málaga, con motivo del apoyo por parte de la comunidad cristiana y de la sociedad en general. Destacan por su generosidad algunos centros educativos, cofradías y hermandades que, en distintos momentos del año, colaboran con el sostenimiento del centro realizando donativos o aportaciones en especie.
Al llamamiento de Cáritas para formar a un equipo de voluntarios respondieron más de 30 personas, de las cuáles, casi un tercio sigue prestando su servicio actualmente. «A consecuencia de la pandemia, la avanzada edad de algunos de ellos y sus patologías, les obligó a apartarse a un segundo plano, manteniendo siempre en todo momento el contacto y la colaboración. En cambio, para otras personas más jóvenes, la pandemia ha sido una oportunidad para comprometerse y unirse al equipo», explica Vicente Jiménez, director de Calor y Café.
Desde el primer momento, todas las plazas han estado ocupadas en su totalidad.
Mientras en los primeros años la media de personas por noche era de 25, la irrupción de la Covid-19 obligó a los responsables a reducir este número a 15 o 20, dependiendo de la evolución de la situación sanitaria. Por esta razón, entre otros factores, si en 2017, 328 fueron acogidas en el centro, en 2021, cinco años más tarde, este número se ha visto reducido a 129. En contraposición, el tiempo medio de estancia de cada acogido ha aumentado significativamente, pasando de 19 a 43 noches.
La media de edad de quienes se encuentran en esta situación ha permanecido prácticamente estable, bajando ligeramente en este tiempo de los 45 a los 43 años. De la desprotección social que denunciaba el pasado mes de octubre la campaña de Cáritas para el Día de las Personas sin Hogar ¿Sin salida?, da cuenta un dato muy significativo, y es que en 2021 el 39% de los atendidos llevaba desempleado menos de un año.
Los datos ponen de manifiesto la situación de cronificación de un alto porcentaje de casos, ya que el 17% lleva en la calle más de 5 años y otro 13% lleva en esta misma situación entre dos y cinco. «Curiosamente de las 941 personas que hemos atendido en todo este tiempo, el 17% (191), han vuelto en algún momento», matiza Vicente. Para el equipo técnico que se encarga cada noche de acoger y atender a estas personas, la dificultad de acceso a la vivienda y la precariedad de los empleos a los que pueden acceder, ralentiza, y aún más desde que llegara la crisis, la salida de los acogidos. «La escasa capacitación y formación de buena parte de ellos, sumada al hecho de que entre el 30 y el 40% no están empadronados, provoca que sus posibilidades de inserción sean prácticamente nulas.
Además, ahora la respuesta de la administración es más lenta y, por tanto, los procesos de recuperación más dificultosos», afirma Gustavo Zambrana, miembro del equipo técnico de Calor y Café.
Para el director del centro existen dos grupos especialmente vulnerables: mujeres y personas mayores.
«Aunque las mujeres representen solo el 22% del total, su deterioro físico y psicológico generalmente es mucho mayor que el de los hombres, por tanto, su recuperación es más lenta y dificultosa. A esto se suma que el número de plazas en recursos para ellas es muy reducido. En el mes de diciembre, quince hombres han salido del centro, en algunos casos porque han logrado acceder a algún recurso de la Agrupación de Desarrollo para personas sin hogar, sin embargo, ninguna mujer ha tenido esta misma posibilidad».
Igualmente, destaca por su gravedad que el 12% de los acogidos sean mayores de 60 años y el 36% tengan edades comprendidas entre los 46 y los 59 años. «También en este caso, el número de plazas para las mujeres es mínimo en comparación con el de los hombres». También en el extremo opuesto nos encontramos con personas muy jóvenes, pues el 21% de ellos tienen entre 18 y 25 años.
«Este es el caso de los extutelados, en su mayoría extranjeros, quienes por sus circunstancias y por todas las dificultades añadidas, por su condición de migrantes, tienen especialmente complicado iniciar itinerarios de inserción social y laboral». Detrás de un alto porcentaje de casos, se encuentran los problemas de salud mental y física. «En unas ocasiones son la causa y otras la consecuencia de la dramática situación que les toca vivir. La recuperación de estas personas es lenta y dificultosa porque tampoco existen centros especiales para poder atenderles a todos», afirma Ana Ma Pérez, trabajadora del centro.
Ubicado en la calle Álvaro de Bazán, Calor y Café es un centro de servicios, de finalidad asistencial- promocional, ya que además de proporcionar abrigo durante las horas nocturnas, todas las noches del año, en horario de 21.00 a 9.00 horas, favorece la generación de vínculos y ofrece un espacio de referencia donde las personas puedan iniciar el proceso de recuperación personal y de reducción de daños para prevenir un mayor deterioro.
Además de un amplio grupo de voluntarios, un equipo formado por seis trabajadores técnicos atiende cada noche a quienes acuden en busca de un lugar donde poder resguardarse, descansar, tomar algún alimento caliente, darse una ducha, etc. Se trabaja en coordinación con todos los recursos y con las entidades que trabajan con personas sin hogar a través de Agrupación de Desarrollo, así como con otras instituciones y Cáritas Parroquiales.