Biografía sobre el sacerdote José Antonio Romero

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El 16 de diciembre, a las 21.00 horas, tiene lugar en el salón de actos del Centro MIES, en calle Calzada de la Trinidad, 16, en Málaga, la presentación del libro «Siguiendo a Jesucristo en zapatillas», una biografía sobre el sacerdote José Antonio Romero, Misionero de la Esperanza.

La Asociación Misioneros de la Esperanza (MIES) y la autora del libro, Mª Ángeles Guzmán organizan la presentación de la obra y la firma de ejemplares de esta biografía em la que se destaca que la de José Antonio fue «una vida dedicada a la Iglesia y a MIES».

Pinceladas de su vida

En la web de los Misioneros de la Esperanza (MIES) cuentan la vida de José Antonio Romero Almodóvar, que nació el 18 de julio de 1940, en Cuenca. Con once años ingresó en el Seminario Menor de Uclés (Monasterio Seminario), y ya en 5º curso paso al Seminario Mayor en Cuenca. Con 23 años fue ordenado presbítero en la catedral de Cuenca. Se casó su hermana Leonor y se vino con los novios y otro matrimonio que eran familia, para conocer Andalucía (era la primera vez que visitaba tierras andaluzas), y estuvieron en casa de familiares de su padre en Sevilla y en Huelva, también estuvieron en Málaga, con otra familia amigos de su cuñado, fue en la Navidad de 1964, a José Antonio le encantó Málaga y en 1968, con el permiso de su obispo, se trasladó a Málaga y se puso a disposición del entonces obispo D. Emilio Benavent.

En la parroquia de San Patricio comenzó con las comunidades neocatecumenales. Conoció a Agustín Clavijo, quien le presentó la entonces asociación de jóvenes que posteriormente sería MIES.

Ayudó en las parroquias de la Amargura y San Pablo, y en la barriada de Dos Hermanas. Allí dio charlas cuaresmales y comenzó a conocer gente de MIES, como Salvador Luna, Pepe Planas y Juan Moreno, y en la de San Pablo conoció a Miguel Moraleda y Paco Díaz Marfil.

En 1971 conoció a Diego Ernesto y empezó a visitar los centros ayudando al Padre en las charlas semanales y acompañando a los MIES en la dirección espiritual, confesiones a los jóvenes…

En 1972, siendo vicario de la Diócesis Don Francisco Parrilla le da destino en Torremolinos, de capellán en las carmelitas de Montemar. Cuando le propusieron que se fuese a Torremolinos, antes le pidió a su obispo de Cuenca el permiso para quedarse aquí en Málaga.

En septiembre del 1974 dio una tanda de ejercicios espirituales junto con el P. Ernesto en las carmelitas de Montemar que dejaron huella en los que asistieron a ellos. En los primeros meses de 1975 dio un retiro espiritual en el Calvario a los mies e hizo hincapié en que no perdiésemos nunca la identidad MIES.

El 1 de enero de 1982 en las Carmelitas de C/ Don Rodrigo, hizo los votos en Mies, ante D. Ramón Buxarrais, obispo entonces de Málaga. También los hicieron, Diego Ernesto, Paco González, Enrique Rubio, Loli Ramírez, Salvador Luna, Ana Mª Tineo, Rafael Rodríguez, Mari Pepa Pendón, Pepe Navarro, Maribel Montiel, Consuelo Rodríguez y Manolo Rodríguez.

Un capitulo muy importante en la vida apostólica de José Antonio en Torremolinos es el que se refiere a la guardería que inició con un grupo de chicas jóvenes de MIES, hacia el año 1982. En este tiempo todas las personas que trabajaron con él podrían contar infinidad de experiencias vividas, pero damos algunos apuntes que nos refiere Conchi López Quintero. «No estábamos muy bien económicamente y nos ayudo con dinero, con tiempo, con ideas, buscaba recursos, pues a veces no teníamos casi nada para mantener esto, e incluso para comer nos veíamos con bastantes dificultades, no hacia falta que dijéramos nada, él estaba pendiente y nos traía la compra con una delicadeza fuera de lo común, pero sobre todo nos ayudaba con su presencia, teníamos la certeza de que no nos faltaría de nada mientras él estuviera; no solo se preocupaba de la vida espiritual y de lo básico, sino que nos preparaba salidas para distraernos, excursiones etc., ya digo que seria interminable, sobre todo porque son experiencias difíciles de contar.

En el barrio de la Marcha Verde y en la zona de Montemar aún lo recuerdan con un cariño inmenso, pues no sólo daba catequesis, los llevaba de excursión…, enseñó a leer a muchos adultos que venían de los pueblos, sabía todas las necesidades de la zona, procuró estudios universitarios y para el seminario a muchos jóvenes que sus familias no se lo podían permitir, porque no podían comprar libros ni pagar el transporte y la comida fuera de sus casas… y todo esto a través de las señoras de la residencia que lo hacían encantadas, porque los jóvenes las visitaban, les daban conversación y cariño, (pues la mayoría estaban solas), cuidaba mucho el trato humano.

En septiembre de 1988 fue nombrado párrocode Cristo Resucitado, en Torremolinos, cargo que ocupó durante tres años, durante este periodo, puso en marcha Caritas parroquial, organizó el Consejo parroquial, le dio un fuerte impulso a las catequesis de niños y jóvenes, creó grupos de formación para adultos, madres y otros. En el año 1990 vivió un episodio muy doloroso al estallar un coche bomba entre la parroquia y el cuartel de la guardia civil cercano, esto causó grandes destrozos en la casa parroquial y en el templo, coincidió que estaban con él su familia, madre, hermana y cuñado, la explosión fue de madrugada y aunque no sufrieron daños personales, sí fue para todos una ocasión de sufrimiento y de honda preocupación.

En septiembre de 1991 le nombran párroco de San Felipe Neri en Málaga. Trabajó e hizo trabajar y se preocupó de impulsar la vida parroquial en todos los aspectos, a los jóvenes del vecino instituto les invita y al poco ya tenía en los salones parroquiales un centro juvenil con responsables mies a su cargo.

El 23 de febrero de 1996 el sacerdote José Antonio se fue a la casa del Padre, tras 55 años de entrega y servicio en la Iglesia.

Lo que a grandes rasgos define su vida para todos los que le conocieron es que fue muy acogedor, su casa siempre estaba abierta; y su alegría, pues parecía una persona seria por su timidez, pero la gente lo recuerda sereno, amable y cariñoso con todos. Y su dedicación a MIES como Responsable General Sacerdote: extraordinario formador, predicador ameno y profundo conocedor de las Escrituras, culto, muy educado, capaz de conectar con los niños, con los mayores, con los jóvenes, con los célibes, con los matrimonios, con los extranjeros, extraordinario director espiritual, etc.

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