Belén Souvirón recuerda su etapa en el colegio de la Asunción con enorme cariño y afecto. «Mi infancia, en el colegio, fue una etapa preciosa. Se vivía un ambiente muy familiar, con muy buena sintonía entre profesores, religiosas y niñas. Recuerdo que, cuando salimos del colegio para hacer COU, las niñas de otros centros estaban deseando graduarse. Y nosotras ¡al contrario! Los fines de semana íbamos a ver a las religiosas porque las echábamos de menos. No terminábamos de romper con el colegio».
El testimonio de Belén recuerda que, quizá, los momentos más bonitos de la vida pertenecen al colegio que te vio crecer. Especialmente si ese colegio colmó tus expectativas: «Éramos niñas muy sanas, pero muy movidas. A las monjas, muchas veces, las traíamos de cabeza. ¡Pero ellas nos querían bastante!».
Belén es capaz de nombrar sin dudar un instante a las religiosas a las que un día quiso, y aún quiere, ya como antigua alumna: «Recuerdo a la madre Paz, que todavía sigue en el colegio, a la madre Rosario Pérez de la Cruz, a la madre Victoria Huelin, a la madre Juncal y a la madre Socorro». Belén, que culminó sus estudios con éxito –hoy es
médico y se dedica a la valoración del daño corporal- no dudó cuando llegó el momento de escolarizar a sus cuatro hijos: «Piensas que nunca vas a encontrar el centro que reúna todos los requisitos para tu hijo. Pero, para ellos, quise la formación y la educación católica que yo misma había recibido».
