Aurelio Sanz Baeza es sacerdote de la Diócesis de Murcia y pertenece a la Fraternidad de Carlos de Foucauld, que este año está de fiesta con motivo del Centenario de la muerte del Hno. Carlos. Es el responsable internacional de la fraternidad y recientemente ha visitado a los miembros de la Familia de Foucauld de la Diócesis de Málaga.
¿Qué significa ser sacerdote de la Fraternidad de Carlos de Foucauld?
Somos curas diocesanos, que pertenecemos a la Fraternidad de Carlos de Foucauld. Estamos sujetos a la obediencia de nuestros obispos, no somos religiosos, sino curas de parroquias. Vivimos el carisma de Carlos de Foucauld desde nuestras realidades ministeriales donde estamos: en parroquias, proyectos, centros y en los que de nosotros depende, en las periferias. Llevamos una vida de fraternidad, contamos con un grupo de curas hermanos, con los que celebramos encuentros mensuales en los que hacemos revisión de vida, adoración, día de desierto… Estamos organizados por fraternidades locales, en diversas diócesis de 60 países del mundo. En la actualidad, yo soy el responsable internacional y voy visitando fraternidades, animando a la gente a ser fieles a Jesús, haciendo equipo…
¿Cuál era el carisma del Hermano Carlos?
En realidad, su carisma es imitar la vida oculta de Jesús en Nazaret, desde la cercanía a los últimos, practicando una pastoral de la amistad y compartiendo las condiciones de vida de los más pobres. Todo ello alimentado con una vida de oración, que supone la adoración día a día antes Jesús Eucaristía y la espiritualidad del desierto, que era para él una prioridad. Sus seguidores vamos a la soledad para facilitar que Dios nos pueda encontrar. Por ello hacemos el desierto en el mayor despojo posible, no llevamos libros, ni Biblia ni nada para escribir, sino que estamos a la escucha, como Jesús en el desierto. Yo siempre digo que el desierto es el lugar donde Dios nos reza, no donde nosotros le rezamos a Dios. No somos nadie especiales ni nadie que tengamos un heroísmo en nuestras vidas, sino que nos enamoramos del Evangelio y de Jesús, e intentamos seguirle y ofrecerle nuestro trabajo entre los más desfavorecidos, a través de proyectos y del día a día de nuestra vida, que no siempre es fácil; con la confianza puesta en las manos del Padre, como el Hermano Carlos nos dice en la oración del abandono.
Cuando un miembro de la Familia de Foucauld llega a un lugar, se hace uno más de esa comunidad, esto llama mucho la atención.
Pues es que, el carisma del Hermano Carlos no es imponer nada a nadie, sino gritar el Evangelio con la vida, como hacía Jesús de Nazaret. La mayor parte de su vida no la dedicó a predicar, ni a curar, ni a sanar, ni a perdonar, sino a escuchar, sino a convivir y hacer vida normal. Hacer presencia de Jesús en la vida, respetando mucho las culturas, las religiones, las ideas; y estando abiertos siempre a lo que día a día nos dice Dios. Por todo ello, la Fraternidad de Carlos de Foucauld somos como una gran familia donde caben todo tipo de personas: religiosos, religiosas, sacerdotes, laicos, consagrados…
Este año están de fiesta: el Centenario de la muerte de Carlos de Foucauld.
El 1 de diciembre de 2016 es la fecha, pero lo estamos celebrando durante todo este año. Nos estamos moviendo para hacer de este Centenario algo, no propagandístico, ni triunfalista, sino algo que nos recuerde que el mensaje del Hermano Carlos sigue muy vivo en nuestra Iglesia. Hasta el papa Francisco hace referencia a él en el número 125 de la Laudato Si´, como un modelo evangelizador. Este hombre hizo presente a Jesús desde la sencillez del día a día, desde el Evangelio.
Responsable internacional, ¿cómo lo hace?
Mi contacto con los hermanos por el mundo no es el contacto del jefe que va a controlar o inspeccionar, sino a estar y compartir lo que vive cada persona y cada fraternidad, en lugares muy diversos. Visito los proyectos que tenemos en marcha, como un hogar para más de 600 enfermos de sida en Burkina Fasso. El contacto con la gente, enriquece muchísimo, se comparte la vida de hermanos que están a miles de kilómetros, pero que sienten como tú. Está claro que, el espíritu de Nazaret, que el Hermano Carlos intuyó y nos transmitió, está vivo y para la Iglesia de hoy es un valor. Ese estilo sencillo, reconocido por el papa Francisco nos ayuda y nos da mucha alegría y esperanza. Como cristianos y como seres humanos.
¿Nos sigue despertando Carlos de Foucauld?
Los cristianos de Europa, de Occidente, estamos muy acomodados. En otros lugares, el cristiano es perseguido: en Sudán del sur, en Nigeria, Siria, Irak… he conocido a hermanos refugiados a los que han maltratado a su familia y cuyos testimonios son escalofriantes. A veces, lo que los medios nos transmiten se queda muy corto ante la realidad de persecución que se vive, no sólo a los católicos, sino a todos los cristianos. Y es muy doloroso que los cristianos estén perseguidos, pero tan doloroso es la no aceptación de los refugiados en Europa, que nos tiene que avergonzar. La Iglesia Española se ha expresado rotundamente al respecto. Los cristianos deberíamos ser en nuestra sociedad un signo de denuncia y de profetismo.
Encarni Llamas Fortes