El alcalde de Málaga aprendió a rezar en familia. «Evidentemente fueron mi madre y mi padre quienes me enseñaron, pero recuerdo especialmente aprender de mi abuela. Era una mujer muy religiosa, viuda, de Misa diaria y con una fe muy sólida. También el colegio de El Monte, donde inicié la Primaria, fue un lugar de aprendizaje en la oración», afirma.
De la Torre califica su oración de “poco convencional”. «Rezo de forma muy variada. A veces es una oración de unos pocos segundos, de un minuto, en un momento de emoción cuando veo amanecer o atardecer en un paseo de cualquier día. Son momentos que se prestan mucho a la meditación religiosa», explica.
VER A JESUCRISTO EN LOS DEMÁS
Desde su labor pública, de la Torre afirma que la oración tiene mucho sentido a la hora de ver «a toda la población de una ciudad, de un país, del planeta, como una comunidad de vecinos, de seres humanos en marcha, que debemos ir ayudándonos unos a otros, progresando, para tener una sociedad más justa, más igual, más solidaria. En la oración también encuentro esa visión del otro como un prójimo que tiene problemas, inquietudes, y al que hay que ayudarle. Por tanto, en el trabajo diario (nosotros, desde lo público; otros, desde su tarea privada) se hace también oración: trabajar de cara al bien común, viendo a Jesucristo en los demás y tratando de sentirnos cerca de cada uno de los seres que nos rodean».
ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA VICTORIA
A la Virgen de la VictoriaEn su contemplación de la naturaleza, el regidor reconoce verse «en la inmensidad del universo, como una parte de él. Eso te anima a pensar en lo trascendente, a ver a Dios como alguien superior a nosotros pero con quien podemos tener una relación de afecto. En el caso de nuestra fe católica, centrado en Jesucristo y en la Virgen María. En la oración reconocemos la infinitud de Dios y la finitud nuestra, nuestra levedad y pequeñez; la necesidad de tener un horizonte más allá de la vida material; pensar, sentir y creer en una vida trascendental que se extiende más allá de los confines de nuestra vida terrena». Su oración preferida es el Padrenuestro. «Veo en ella la posibilidad de un diálogo muy directo y muy claro con nuestro Padre». Pero como buen malagueño, «me viene con frecuencia la advocación de la Virgen de la Victoria, nuestra patrona. A ella acudo en los momentos difíciles», añade.
Ana María Medina