Antonio Rejano: «Jesucristo da un siempre nuevo horizonte a nuestra vida»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Antonio Rejano Ruiz (Granada, 1954) es sacerdote del OPUS Dei que sirve en la Diócesis de Málaga. Este año celebra sus bodas de plata sacerdotales (15 septiembre 1996(.

¿Qué sentimientos afloran al celebrar el aniversario de tu ordenación sacerdotal? 

Todavía me quedan unos meses (será en septiembre) para un aniversario tan especial y ahora en lo que me centro es en la preparación, cuidando la celebración de la santa Misa, centro y raíz de la vida interior del sacerdote, pidiéndole que “no me acostumbre nunca a un milagro tan grande” y a mimar mi oración personal, camino para crecer en la amistad con Jesucristo que da un siempre nuevo horizonte a nuestra vida y a María Santísima.

¿Quién es para ti Jesucristo? 

Es la segunda persona de la Santísima Trinidad, verdadero Dios y verdadero Hombre que ha querido padecer por mí hasta dar la última gota de su sangre, para que pueda ir al Cielo. Y para ello ha querido quedarse en la Eucaristía.

También ha querido estar 33 años entre nosotros, de los que 30 ha estado “oculto” dándonos ejemplo de vida y como decía antes dándonos siempre un nuevo horizonte a nuestra vida. Le pido todos los días que me aumente la fe para que me crea de verdad que lo que me va a hacer feliz, hacer feliz a los demás y conseguir llegar al Cielo es hacer las cosas como las haría Él si estuviese en mi lugar.

¿Estás contento con el ejercicio de tu ministerio en la diócesis de Málaga? ¿Por qué? 

Como sabes, soy sacerdote de la Prelatura Opus Dei, ejerciendo mi encargo pastoral en Málaga. Fundamentalmente me encargo de la preparación de las familias (no sólo de l@s hij@s) del colegio Sierra Blanca para que sean buen@s cristian@s, y de una manera especial de los que están en los sacramentos de iniciación cristiana.

Estoy contento, porque se ve que si le dedicas tiempo a cada una de las familias, las respuestas son muy sorprendentes y positivas. Eso sí, requiere mucha dedicación y paciencia, pero la gracia de Dios nunca se queda corta. 

También es muy importante la formación doctrinal (no sólo la práctica de la piedad en la familia) porque ese es uno de los temas pendientes que tenemos en España –no sólo en esta diócesis- en estas familias jóvenes y de edad intermedia.

Lo mismo te podría decir de las personas que se acercan a recibir el sacramento de la penitencia en la parroquia de san Juan, que es donde confieso. Le doy muchas gracias a Dios de como las catequesis del Papa Francisco sobre la confesión y la Eucaristía ayudan a muchas personas a tomarse más en serio su vocación cristiana.

¿A quién debes tu vocación sacerdotal? 

Como bien sabes, la vocación es un don de Dios, que concede a quien Él quiere y cuando quiere.

En mi caso, que soy numerario del Opus Dei, y ya tenía una vocación concreta desde que era muy joven. (Soy comandante de Artillería y ya era del Opus Dei cuando entré en la Academia de Zaragoza). Todos los numerarios tenemos los estudios de filosofía y teología que tiene cualquier sacerdote antes de ordenarse, con independencia de que en su vida algunos recibamos la vocación sacerdotal y otros durante toda su vida ejerzan su profesión.

Por otra parte, en lo humano, creo que ayuda a ver lo que quiere el Señor de ti, el ejemplo y la alegría de personas que tienen esa vocación y por supuesto –por lo menos en mi caso- el ejemplo y la educación que me dieron mis padres, acompañada de la formación que recibí en el Colegio de los Maristas de Granada.

¿Volverías a ser sacerdote si volvieses a nacer? ¿Por qué? 

Por supuesto. Si lo que uno quiere y para eso está en este mundo, es cumplir con el plan que Dios tiene para cada uno, que eso es la vocación, y Dios te regala ese don vocacional, que pese a todas nuestras debilidades y falta de correspondencia, Él siempre está ahí, esperando tu conversión, y con ella cierta facilidad para poder llegar al Cielo. ¡Qué más se puede pedir!

¿Cómo has vivido sacerdotalmente estos últimos meses con la pandemia del Covid-19? 

Yo creo que todos hemos podido comprobar en este tiempo lo limitados que somos y las pocas cosas que tenemos en nuestras manos, para que salgan como nosotros queremos. Evidentemente que lleva a la frustración o depresión si uno sigue intentando humanamente resolver las cosas o a abandonarse en las manos de Dios, aceptando de la manera que Él permite o quiere las cosas aunque uno no lo entienda y que nos recuerda lo que decían de Nuestra Madre Santa María cuando guardaba eso que no entendía en su corazón. Así que yo creo que este tiempo nos ha ayudado a hacer más actos de abandono en las manos de Dios, para que Él lo resuelva antes y mejor.

Una palabra o lema que resuma tu ministerio.

No soy de los que me guste tener lemas o cosas por el estilo, pero si hay algo que muchas veces me vino a la cabeza son unas palabras de un sacerdote santo, director espiritual de un seminario gallego hace muchos años, que me dijo: «Antonio, te digo lo mismo que le decía a mis seminaristas antes de ordenarse, que intentes desaparecer tú, para que la gente pueda ver a Jesús».

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