«El Seminario no es un edificio o un plan de estudios, es un lugar donde Jesucristo vivo y resucitado acoge a los que ha llamado» explica Antonio Eloy Madueño (Málaga,1963) nuevo rector del Seminario.
«Al joven que le arde el corazón cuando escucha el Evangelio o cuando ve a alguien que sufre, le digo que no rechace esa inquietud, que la acoja»
Rector del Seminario Mayor Diocesano desde el mes de agosto, ¿cómo recibió el nombramiento?
Primero, con sorpresa y, luego adaptándome a la nueva situación. El haber compartido con Francisco González, anterior rector, mis dos años de superior de esta casa me ha ayudado a entender la responsabilidad del rectorado. Su forma paternal y entrañable de cuidar de la comunidad como pastor me ha facilitado el camino a la hora de enfrentar esta responsabilidad pastoral. De manera sencilla, y en el día a día, he ido aprendiendo de él. Si el Señor quería que llevase a cabo esta misión, me preparó con un buen maestro.
Un Seminario levantado por un santo con una especial devoción por el sagrario, “san Manuel González” a partir del 16 de octubre. Dejó una honda huella en los curas malagueños.
Sí. La Iglesia tiene el fundamento del Evangelio, del Magisterio y, más recientemente, del documento «Pastores dabo vobis» que recoge la espiritualidad sacerdotal. Esto es común para todos los sacerdotes, pero es verdad que nuestro Seminario, gracias a D. Manuel, tiene un marcado carácter eucarístico. La Eucaristía es el centro, el culmen de la vida cristiana, como nos recuerda el Vaticano II, pero aquí tuvimos un obispo que eso lo tenía muy claro, era central en su vida. Fue un apóstol de la Eucaristía y, desde ella, configuró una manera de ser cura.
D. Manuel, como se le conoce popularmente, tenía el don de acercar el Evangelio a todo el mundo.
Así es. Como los buenos pastores, como el papa Francisco, desciende a la actitud comprensiva o la mentalidad del receptor, consigue, con el lenguaje de su tiempo, un magisterio humilde, sencillo y expresivo. Nuestro Seminario nace de la Eucaristía, para que nuestros curas sean “sacerdotes-hostia” como decía D. Manuel. Un sacerdote que se entrega, se parte y se reparte por su pueblo, como la Eucaristía. Estamos de enhorabuena y alegres, no sólo por ser sacerdotes, sino también porque Dios nos ha puesto un maestro en nuestro camino para que no olvidemos dónde está la fuente, el ser y el sentido de la misión del sacerdote.
¿Qué le diría a los jóvenes que tienen dudas acerca de su vocación?
Al joven que le arde el corazón cuando escucha el Evangelio, cuando ve a alguien que sufre o que necesita una palabra de esperanza; al joven que siente que los dioses y señores de la tierra no satisfacen el anhelo de bondad, de amor, de belleza, de paz, de justicia que tiene el hombre; al joven que tiene esa inquietud, le diría que no la rechace, que la acoja. El Seminario no es un edificio o un plan de estudios, es un lugar donde Jesucristo vivo y resucitado acoge a los que ha llamado, los instruye en la ciencia de su amor y los empuja a ser otro Cristo en el mundo.
Beatriz Lafuente