Esta frase puede leerse en el epitafio del Beato Manuel González, en la Catedral de Palencia, donde pidió ser enterrado junto al sagrario. Este año se conmemora el 75 aniversario de su muerte con un congreso internacional.
Fuego en el corazón del mundo es el lema escogido para este I Congreso Internacional Beato Manuel González que se realizará del 29 de abril al 2 de mayo en Ávila. El día que comienza el congreso, 29 de abril, es una fecha muy significativa, ya que sus organizadores recuerdan que fue la fecha de la beatificación de D. Manuel, celebración que tuvo lugar en Roma presidida por el papa San Juan Pablo II, en el año 2001.
«Desde los inicios de esta iniciativa -comentan- nos animan las palabras del Papa Francisco: «La Eucaristía constituye el manantial de la vida de la Iglesia. De este sacramento de amor brota todo el auténtico camino de fe, de comunión y de testimonio… No agradeceremos nunca suficientemente al Señor el don que nos hace en la Eucaristía… No acabaremos nunca de captar todo su valor y riqueza. Pidámosle, pues, que este Sacramento continúe manteniendo viva en la Iglesia su presencia».
María Soledad, misionera eucarística de Nazaret en Málaga nos ayuda a entender la vida de D. Manuel y su labor en nuestra ciudad. «Un sacristán con un burro fue el recibimiento de D. Manuel González cuando llegó a su primer destino como párroco, en Palomares del Río (Sevilla). Nadie lo esperó en el camino hasta llegar a una parroquia abandonada. Allí, al encontrar a un Jesús olvidado, aguantó las ganas de salir corriendo y fue donde encontró su misión: «quererte por los que no te quieren, estar por lo que no están, acompañarte por quienes no te acompañan. Aunque todos te abandonen, yo no». Así surgió el Carisma Eucarístico Reparador. Tras Palomares, fue a Huelva donde encontró otra realidad que quiso cambiar, la educación y la salud centraron su labor. Fue donde formó los primeros grupos de Marías. D. Manuel dice que: «en el momento de mayor abandono de Jesús había tres Marías y un discípulo». Eso es lo que él pedía para un sagrario, al menos tres Marías y un discípulo. Llegó a Málaga como obispo y se volcó en la construcción del Seminario Diocesano, sin dinero. Aquí en Málaga es donde nace la primera casa de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, donde fundó la obra de los laicos que tuvo su origen en Huelva y aquí surgió como congregación. Hoy día existen 30 comunidades en todo el mundo y 17 en España. D. Manuel murió en Palencia siendo obispo y fue enterrado en la catedral, donde se puede leer el epitafio que él mismo escribió: «Pido ser enterrado junto a un sagrario, para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, estén siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!».
Beatriz Lafuente