Ha cumplido 53 años como cura y sus ojos se iluminan cuando recuerda el Seminario y aquel grupo de sacerdotes con quien compartió la «Catequesis de la Experiencia». Sus feligreses lo comparan con el cura de Ars, aunque él dice que el Señor le ha dado pocos talentos.
Eso de cura jubilado es un poco contradictorio ¿no?
El cristiano no se puede jubilar. Yo he sido llamado por el Señor, no hasta 2015, sino hasta toda la vida.
O sea, que aunque ya no tenga parroquia sigue al pie del cañón.
Sí, como adscrito a San Juan de Ávila y Ntra. Sra. de la Paz en todo lo que pueda ayudar.
¿Qué le queda por hacer?
Nada en especial. Seguir en la tarea y morirme con las botas puestas. Porque esta vida es sólo el paso a la otra.
Está mal que un periodista hable de sí mismo en una entrevista pero, permítame la licencia, es que a usted le debo la Vida…
¿Lo dices porque te bauticé?
¿Le parece poco? Gracias
Pues lloraste mucho (risas). En todo caso, gracias a tus padres. Era en la parroquia de San Vicente de Paúl. Estábamos en un bajo comercial y muchos matrimonios como ellos se fueron acercando a la parroquia a ayudar.
Construyeron el templo y también una guardería
En la década de los 70 se empezaba a abrir el mercado laboral para la mujer, y las administraciones no ofrecían recursos. La guardería ayudó mucho a aquellas mujeres trabajadoras y también a las amas de casa.
Aún hoy le llaman «el arquitecto»
Sí, porque en todos mis destinos me ha tocado construir instalaciones. La comunidad cristiana, sobre todo los niños, necesitan salones, sitios adecuados, dignos, salubres…
Los feligreses de su última parroquia, Ntra. Sra. del Rosario, lo adoran. Destacan su solidaridad con los pobres y su paciencia con los niños.
La Cáritas, la atención a los pobres, es el trabajo más noble y de más calidad que podemos hacer en una parroquia. Y los niños, como en cualquier familia, son los preferidos. Algunos me decían que yo era como su abuelo.
También nos dicen que sus homilías dejan huella ¿Algún secreto?
¡Qué vergüenza! (se sonroja). Secreto ninguno. Será que como vivo con la gente sé cuáles son sus problemas y necesidades. Procuro aterrizar y explicar cómo podemos dejarnos conducir por la Palabra.
Le ha dado el Señor buenos talentos.
Pienso que ha sido «poco generoso» conmigo, porque no tengo títulos académicos; pero quizá me ha dado el de encontrarme más a gusto con la gente de abajo que con los de arriba. Eso se lo tengo que agradecer al Señor. Nunca he tenido una parroquia de «élite», siempre he sido párroco de barrio o de pueblo. Y estoy contentísimo, porque eso te reporta mucha felicidad.
Antonio Moreno Ruiz