
La Iglesia católica, la sociedad civil, profesionales y administración se han unido para conseguir que el hijo de este enfermo terminal pueda viajar desde Senegal para acompañar a su padre
La historia de Ablaye Mboup ha llegado a convertirse en una historia de lucha y trabajo en red que ha superado todas las expectativas. Este senegalés de 60 años sufre una enfermedad rara, hipertensión arterial pulmonar, y se encuentra en la fase final, recibiendo cuidados paliativos. Vive en España desde 2008, y su trabajo ha conseguido sostener a su familia, que permanece en Senegal. Ha dado estudios a sus tres hijos trabajando en una cocina, en un locutorio… en todo aquello que le ha dado la oportunidad de salir adelante.
Sin embargo, una historia común de un extranjero cualquiera no habría sido noticia de no ser por el corazón de algunas personas, que se han dejado tocar por este hombre, que han experimentado la misericordia.
La Delegación de Migraciones de Málaga, a través de su delegada Pilar Gallardo Quero, conoció la situación de Ablaye por el trabajo comprometido de Juan Cano, periodista de Diario Sur. De este modo, los miembros de la Delegación Diocesana se sintieron interpelados y se pusieron en marcha. Lo único que pide Ablaye, ingresado en el hospital, es que dejen viajar a su hijo mayor para que le acompañe en estos momentos. En ese proceso, se han levantado cientos de barreras burocráticas, pero ni una sola lo suficientemente alta para que la voluntad de las personas no lograra traspasarla. El primer eslabón de esta cadena es el médico que atiende a Ablaye desde que se le diagnosticó la enfermedad: Rafael Bravo, cardiólogo del Hospital Costa del Sol de Marbella. «És mi ángel, mi protector —cuenta el enfermo—. Está haciéndolo todo para ayudarme a vivir. Nunca en mi vida he visto a nadie como él. Podía haber dicho: “total, es un extranjero…” Pero todo lo contrario. Hasta lo que quiero comer, me lo trae. Solo puedo decirle gracias y que Dios le bendiga, a él y a todos en el hospital, los que se han comprometido conmigo», cuenta el paciente.
Rafael ha llamado al consulado, ha luchado por conseguir apoyos que lograran el visado para que el hijo de Ablaye pudiera venir en esta situación de emergencia. Y, con él, han hecho suya la lucha el enfermero Pablo Guardado, que ha conseguido ya más de 60.000 firmas a través de una plataforma, la Asociación de Personas con Hipertensión Arterial, involucrada hasta hacer partícipe a la Casa Real, la dirección general de Migraciones del Gobierno de España y la Iglesia católica a través de la Diócesis de Málaga y la Conferencia Episcopal.
Se espera que el día 20 de noviembre, el hijo de Ablaye llegue a España. Ante esta noticia, Ablaye confiesa a Diócesismálaga: «Me da mucha alegría, estoy muy contento porque sin nadie a mi lado, sin mi familia, me habría sentido solo. Si mi hijo llega, mi vida cambiará».
Pilar Gallardo, delegada de Migraciones, ha manifestado la implicación de la Diócesis en este caso, y afirma que, «en un principio, vimos la necesidad urgente de acompañarlo, de que no estuviera solo, pero luego comprendimos que, si nos comprometemos todos, si trabajamos juntos y dejamos que nos duela, podemos conseguir cambiar las cosas que son injustas, las situaciones que merecen ser denunciadas». Ablaye solo tiene palabras de agradecimiento: «Nunca me he sentido extranjero aquí. Quiero agradecer a todos su cariño y decirles a los españoles que son mi familia, mi segunda familia».