Beatificaciones 2013: Vidas de los mártires.
El día 14 de enero de 1996, la Iglesia diocesana de Jaén, el Instituto Calasancio de Hijas de la Divina Pastora y el pueblo de Martos vivieron la gran alegría de iniciar el Proceso de Canonización de la Religiosa Madre Victoria Valverde González. Es una Causa propia, de la que sólo forma parte esta Religiosa; será beatificada próximamente y pues su testimonio se dio en tierras jiennenses puede presentarse completando el grupo de testigos de la fe de la Causa «Mons. Manuel Basalto Jiménez y V Compañeros Mártires»: -Obispo, sacerdotes, seminarista, joven seglar y religiosa- casi todos los estados del Pueblo de Dios representados.
Instituto Calasancio Hijas de la Divina Pastora
Las Religiosas Calasancias, «Las Pastoras» como siempre se les llamó en Martos, fueron fundadas en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el 2 de enero de 1885 por el padre escolapio, hoy Beato Faustino Minguez, con el fin específico de la formación integral de la mujer, en especial de las más necesitadas, a través de la escuela y de cualquier medio que conduzca a este fin; les mueve a todo ello la caridad incondicional a que las llama Cristo.
Recibieron la aprobación Pontificia el 6 de diciembre de 1910. Trabajan en colegios, residencias y en misiones. Están extendidas por Argentina, Chile, Colombia, Guinea, Nicaragua, Uruguay y más ampliamente en España. Cuentan con unas 300 religiosas y con frutos maravillosos de entrega y servicio incondicional.
Llegan a Martos a raíz del impulso recibido por el reconocimiento pontificio y desde entonces continúan sirviendo a la infancia y juventud, dando testimonio de fidelidad a Cristo, de entre los cuales hoy se nos presenta a la Madre Victoria, quien prefirió a Dios antes que su propia vida y defendió su virginidad, que había consagrado a Él, hasta la muerte.
Madre Victoria Valverde González. 1
Infancia y juventud
Nació el día 20 de abril de 1888 en Vicálvaro (Madrid) en el barrio de la Elipa baja. Sus padres fueron Nicomedes Valverde y María González, naturales de Losana (Soria). Bautizada en la parroquia del lugar, a los pocos días y con los nombres de Francisca Inés de la Antigua. Sus padres son jornaleros y viven sencillamente pero con espíritu religioso. En su adolescencia estuvo en el internado de las Hijas de la Caridad en Alcalá de Henares, allí recibirá una sólida formación cristiana que le ayudará en su acceso a la vida religiosa en el reciente Instituto Calasancio Hijas de la Divina Pastora. Los Escolapios dirigían espiritualmente el internado y un padre orientó a Francisca hacia el Instituto, cuando ella manifestó deseos de consagrarse a Dios como religiosa. Solicita la entrada al noviciado de Sanlúcar de Barrameda en la primavera de 1910 y el 28 de agosto vistió el hábito en el todavía «Beaterio de la Divina Pastora de Sanlúcar de Barrameda». Desde este momento toma el nombre de Victoria.
He aquí el primer juicio escrito que de ella se da: «Sor Victoria. Novicia. Corista. Esta novicia trae mucho adelantado en la vida espiritual. Conoce la vida Religiosa y la practica siendo muy humilde y exacta en el cumplimiento de sus obligaciones. En la clase se conduce bien, siendo por lo tanto su conducta en general buena. De salud bien.» La novicia por su parte se siente gozosa de poder solicitar la profesión y emitir votos temporales, hecho que tendrá lugar el 16 de septiembre de 1911. Sor Victoria se sentía feliz.
Religiosa entregada
Madre Victoria, desde el primer momento, comienza el camino de la entrega a Dios en el servicio de la educación de los niños y jóvenes, así lo reflejan su escrito a la Superiora General: «En medio de todo estoy contentísima y sólo pido al Señor me dé fuerzas y mucho amor al sufrimiento»
En 1912 es destinada a la Comunidad de Monóvar (Alicante) llevando una vida de sencillez y servicio, en el anonimato, por sólo tres años, pues en 1915 recibe el destino a Monforte de Lemos (Lugo). Aquí solicita los Votos Perpetuos que los emite el día 17 de septiembre de 1916: será el momento más deseado y lo vivirá con total alegría, pues se trata de la entrega total, que le preparará para la entrega definitiva.
La joven Congregación de » las Pastoras» se va extendiendo y en 1917 llega a Martos para dotar a este pueblo de un «colegio como los vuestros» dirá el Padre Fundador. Será el Sr. Obispo Administrador Fray Plácido Rey de Lemos quien autorice definitivamente el establecimiento de la Comunidad en la misma casa, propiedad del Obispado, de la que había salido la Agustinas Recoletas por no tener medios para cumplir con su misión. Madre Victoria no forma parte de las cinco religiosas que abren la casa marteña, pero llegará a los pocos meses y permanecerá en ella hasta su muerte, sólo durante los años 1924-1931 estará fuera como Superiora en la casa de Sanlúcar. Madre Victoria, en Martos, será profesora de bordado, labores y pintura, será nombrada Superiora para aquella casa en 1922. El colegio pasará por diversas vicisitudes, dada las legislaciones cambiantes. Fue reconocido en 1927 como Colegio de Primaria, pero en 1934 se tuvo que adherir a SADEL, por la exclusión de los religiosos en la enseñanza. Madre Victoria seguirá siendo la Superiora de la Casa.
Nuestra Religiosa fue una mujer débil físicamente, pero fuerte y robusta en Dios: bajita de estatura, casi diminuta y de salud delicada, aunque no se quejara de ello y siempre siguiendo el reglamento de la vida religiosa. Fue una mujer de fe profunda, confiando siempre en Dios que le daría todo lo que necesitara. Se entregó a la oración diaria y el contacto con el Señor le fortalecía. De espíritu religioso era ejemplo para los fieles que le trataban y para la misma comunidad. Como Superiora, se preocupaba de las demás religiosas y en especial de las más jóvenes y que no les faltaran los medios para ser buenas religiosas. Su amor a la castidad consagrada ha quedado bien patente cuando manifestó en varias ocasiones que no temía a la muerte sino a cualquier atropello que con ella pudieran hacer, refiriéndose el «atropello» a la violación.
Persecución.
La respuesta al «levantamiento militar» de 1936 se manifiesta en Martos el mismo 18 de julio con el incendio de la Parroquia de la Virgen de la Villa, hoy Santuario, cuyas llamas se podían observar casi desde todo el término, además de destruir tesoros artísticos fue un aviso inconfundible de lo que podía sobrevenir. En realidad la persecución de todo lo religiosa ya llevaba tiempo; las mismas religiosas tuvieron que desprenderse de sus hábitos para poder dar las clases correspondientes; mucho antes del levantamiento la libertad religiosa y con ella la dignidad, se había perdido. Ese día se hace un registro a la Iglesia de San Francisco, donde asistían a Misa las Religiosas de la divina Pastora; a partir de ahí el Colegio se vio sometido a continuos registros y las religiosas fueron molestadas y tratadas sin respeto. Visto el cariz que tomaban las cosas, la comunidad comenzó a dispersarse: algunas salieron a casa de familias conocidas y de confianza que las acogieron muy bien, otras dos marcharon con salvoconductos a sus respectivos domicilios. Madre Victoria permaneció en el Convento con otras dos religiosas pero, pasados unos días, vieron imposible seguir y salieron igualmente a casa de familias de confianza. Por tres meses permaneció Madre Victoria en los domicilios de las familias Fernández y Camacho, quienes la invitaron a salir de Martos cuando los milicianos descubrieron su domicilio y se hablaba de que iban a detenerla. A esta insinuación Madre Victoria respondía siempre de la misma forma: «Mientras haya una religiosa yo no me marcho de Martos» Su deber, decía, era ayudar a las otras a huir, pero no huir ella la primera, estaba a su servicio como haría una buena madre, por tanto ella sería la última. Sólo aceptará el cambiarse de casa. Fue ella la que salía todos los días a presentarse al Ayuntamiento en nombre de las demás, pues había puesto su palabra de que ninguna marcharía de Martos sin su consentimiento… en realidad estaban todas «presas» en domicilios particulares, la madre llegó a visitarlas diariamente para apoyarlas y animarlas en su espíritu.
Detención y cárcel
En enero de 1937, el Comité miliciano decidió apresar a las religiosas y matarlas, comenzando por las superioras. Esta información le llegó a la Madre Victoria el día 11. El día 12 se levanta con la convección de que se abre el último día de su vida, sale rápido, y no quiere compañía, para visitar a cada una de sus religiosas, despedirse de ellas y darles las últimas recomendaciones. A una religiosa le encargó avisara a la Madre General, le indicara el domicilio de cada y la entrega de las Escrituras de la Casa. Sufrió mucho aquel día y al final no pudo despedirse de todas las demás hermanas, así manifestó a la familia que le acogía: «No me encuentro con valor para despedirme de ellas ¡las quiero tanto!»; además salieron de sus labios aquellas palabras que definían toda su actitud: «Lo que Dios quiera»
A las ocho de la noche del día 12 se oye un estruendo y llamar con fuerza a las puertas de la casa donde estaba Madre Victoria; he aquí el testimonio de uno de los testigos: «Ellos son, ya lo verán. No se engañó, pues al abrir la puerta se oye decir: ¿No es aquí donde está la Superiora de San Francisco?» Ella, aunque temblando en su cuerpo, se adelantó y dijo con la fuerza de su espíritu ¿Qué desean?. De parte del Sr. Alcalde que venga con nosotros, que le necesita. Subió a su aposento, sabemos que rezó y se preparó a la muerte esperada, se despidió de la familia y se negó a dar dirección alguna del resto de religiosas diciendo: «Mis hijas no han hecho nada, soy yo la responsable de todas y la que debe sufrir lo que a ellas quieran hacer. Lo que tengan que hacer a mis religiosas me lo hacen a mí, A ellas perdónenlas» Salió de la casa, apenas había luz, iba tranquila en medio de dos milicianos.
La llevaron a la cárcel situada en la plaza del Ayuntamiento, dicen que lloraba no por la muerte que le esperaba, sino como decía por cualquier atropello que pudieran hacerme… En la cárcel encontró a dos trinitarias y a la abadesa de las Clarisas… tres serían martirizadas en el mismo lugar y tiempo: Sor Encarnación, trinitaria ya beatificada, la Madre Rafaela, clarisa y la Madre Victoria, pastora. Las religiosas se alegraron al encontrarse, rezaron el rosario y se animaron mutuamente a vivir en confianza y amor a su divino esposo. La estancia en la cárcel se convirtió para las religiosas en una preparación inmediata al martirio: «fueron horas de oración y constante reflexión confortadora entre las cuatro, tres religiosas y una señora que era buena cristiana, preparándonos para nuestro encuentro definitivo con el Señor, ya que estábamos convencidas del fin que nos esperaba y necesitábamos estar fortalecidas para cuando nos llegara la hora. Puedo testimoniar que estábamos preparadísimas para morir, rogando continuamente a la virgen que nos ayudara, deseando que llegara el momento, fortalecidas en el espíritu, aunque humanamente temblábamos suponiendo todo lo que tendríamos que pasar; por eso orábamos continuamente para que el Señor fuera nuestra fortaleza» (Declaración de Sor Teresa de Jesús Cuenca; pág. 28 de la Positio)
Martirio
En Martos, el Comité del Frente Popular había abierto varias cárceles, al estilo de checas, además del arresto-cárcel del Ayuntamiento, tales eran la del Cuartel de la Guardia Civil en la Fuente de la Villa y la de San Miguel en el Llanete del mismo nombre; de ellas se hicieron sacas colectivas o «paseillos» individuales que terminaron en asesinatos, verdaderos martirios en muchos casos, colectivos y en muertes a disparos sobre cuerpos maniatados, sin juicio alguno en los diferentes casos.
En la noche del 12 de enero sacaron a las tres religiosas (Superioras de los tres Conventos) Sor Teresa, la más joven, sería liberada por un miembro del mismo Comité, y las trasladaron a la Iglesia de San Miguel, iban custodiadas por los milicianos y fueron incorporadas a al resto de presos, más de cincuenta, entre ellos varios sacerdotes y otras personas que, avanzada la noche, fueron obligados a subir a un camión «como reses destinadas al sacrificio». Era ya la madrugada del 13 de enero de 1937. Fueron trasladados a las Casillas de Martos, a unos 14 kilómetros, y fueron sacando uno a uno, los cincuenta, y dejaron para lo último a las religiosas, que presenciaron todo el fusilamiento; después les tocó a las religiosas que seguían en humilde oración pidiendo la gracia de Dios… se dice por parte de los testigos que intentaron violarlas sin conseguirlos, que las arrastraron y dieron en la cabeza con la culata, que fueron llevadas hasta las puertas del Cementerio, que era una noche con luna clara y pudieron ver por el suelo los cuerpos de los ya asesinados, que ellas se agarraron fuertemente a las puertas del cementerio y no podían separarlas de allí, que entonces las fusilaron. Fueron muchos los testigos que contaron la tragedia: el Alcalde pedáneo de Las Casillas que decía fueron los asesinos a su casa y allí comieron con las manos aún llenas de sangre; comentarios de los mismos asesinos; alguno que escondido por el monte oyó lo que se decía…
Hasta el día siguiente estuvieron los cuerpos esparcidos por el suelo y sin enterrar; como el espectáculo horrorizaba nadie quería acercarse al lugar, hasta que el Alcalde de Martos mandó que los enterraran en el mismo cementerio de Las Casillas, donde permanecieron hasta el final de la guerra.
Finalizada la contienda, los restos de todos los asesinados en el término de Martos fueron llevados a Monte Lope Álvarez, donde los familiares les reconocieron, fueron puestos en cajas y llevados al Cementerio de Martos, allí se depositaron en un mausoleo levantado en honor de los «Caídos por Dios y por España» hasta que reconstruida la Iglesia de la Virgen de la Villa, fueron trasladados a la cripta de la llamada Capilla de los Mártires.
Exhumación y lugar donde reposan sus restos
¿Qué sucedió con los restos de la Madre Victoria? En el momento de la exhumación de los todos aquellos cadáveres en el Cementerio de las Casillas y posterior traslado a Monte Lope Álvarez y reconocimiento de los mismos, después traslado al Cementerio de Martos, no había, en los distintos momentos, religiosa alguna de la Divina Pastora en Martos, lo que hizo que nadie reclamara o reconociera los restos de la Sierva de Dios, así que fueron introducidos en uno de los halcones allí preparados: no obstante la religiosa trinitaria que estaba presente y que recuperó los de al Beata Encarnación Espejo, dijo que la Madre Victoria estaba como abierta la cabeza con muchos tiros y con la pierna doblada y atada atrás. Así pues los restos de la Madre Victoria fueron depositados, como se ha dicho, con todos los demás en el panteón del Cementerio de Martos «Caídos por Dios y por España» y posteriormente trasladado a la Cripta en la Capilla de los Mártires en la Iglesia, hoy Santuario, de Ntra. Sra. de la Villa2.
Madre Victoria, una verdadera mártir
En la mente y en el corazón de los fieles que conocieron o después han conocido los hechos, se considera a la Madre Victoria como una verdadera mártir, de ahí la fama de martirio en torno a ella. Así en la Congregación y en la Ciudad de Martos, dados los testimonios que fueron conociéndose y divulgándose entre el pueblo, ha gozado la Madre Victoria de la fama de mártir por haber dado la vida a causa de la fe en Dios, defensa de su virginidad consagrada a su Esposo Cristo Jesús y porque esto sucedió como consecuencia de un odio a la fe, tantas veces demostrado históricamente, despertado en acciones denodadas contra la Iglesia.
A lo largo de todo el proceso, igualmente se fue demostrando, paso a paso, la verdadera condición de martirio en el asesinato de la Madre Victoria, así como en el caso de las otras dos religiosas, una de ellas ya beatificada (Roma 28 de octubre 2007 por el Papa Beato Juan Pablo II). Efectivamente, la Madre Victoria fue víctima inocente que sufrió una muerte atroz por ser religiosa y Superiora del convento de San Francisco, como se le llamaba entonces; ella fue consciente en todo momento de lo que le esperaba y pedía a dios tener fuerzas para sobrellevarlo; en su martirio no sólo se da el hecho de morir por ser religiosa, sino que también aparece el haber sucedido esto al defender su virginidad consagrada a su Señor. Aunque los perseguidores aducen razones políticas o de índole social, la verdad bien demostrada es que esta religiosa como las demás no participaban en ningún movimiento y desde su debilidad apenas significaban peligro alguno para la «revolución»implantada en España.
Todo el relato en torno a la persecución de las religiosas, ya antes de iniciarse la guerra, pues debieron quitarse el hábito para poder seguir enseñando en clase y hubieron de unirse a la Institución SADEL para poder mantener su colegio, están demostrando un «odio a la fe», por otra parte la Madre Victoria como Superiora, llevaba la mayor parte y además ella en defensa de sus hijas así lo propiciaba. Una vez iniciada la guerra, es a la Madre Victoria la que se presenta en el Ayuntamiento, cada día, para dar cuenta de las demás religiosas; de la Congregación, ella sola es apresada, encarcelada y martirizada… pensando posiblemente que destruyendo la cabeza, los miembros perdería toda la fuerza… en realidad no conocían aquella expresión tan repetida de Tertuliano: «La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos». Es de admirar la disposición de la Madre Victoria ante el martirio que veía llegarle: humanamente temblaba su cuerpo, pero su espíritu fuerte sólo temía «los atropellos que con ella como mujer pudieran hacerle; era la oración quien la mantenía firme; la confianza en Dios crecía a medida que el sufrimiento aumentaba; era la responsabilidad frente a las demás religiosas que la tenían como Madre; era su amor a Dios y su fidelidad a Cristo con el que se había desposado para toda la vida y al que había consagrado su cuerpo, su espíritu y todo su ser. El forcejeo de las tres religiosa, mujeres fuertes según los ejemplos bíblicos, frente a los que querían introducirlas en el cementerio, el asirse fuertemente a las puertas… todo está significando una defensa de la virginidad. Los testimonios de quienes vivieron con nuestra religiosa en los días anteriores al martirio muestran la disposición a aceptar esa gracia de parte de Dios por la Sierva de Dios… su espíritu de oración, recogimiento y ferviente caridad para con los demás, sus mismas expresiones anhelando la llegada de la hora. Por otra parte, comentarios de los testigos y aún de los mismos autores del martirio demuestran cómo soportó la Madre Victoria y sus dos compañeras religiosas, las vejaciones y maltratos que soportaron en sus personas. Todo sea para Gloria de Dios.
En vísperas de su beatificación, el Instituto Calasancio de la Divina Pastoral, la Ciudad de Martos y la Diócesis de Jaén encuentra en Madre Victoria un nuevo testimonio de fidelidad a la fe recibida en el Bautismo y acrecentada durante toda su vida dentro de la Iglesia. Un ejemplo a seguir y una intercesora para que el Señor aumente nuestra fe.
El Proceso sobre el martirio de la Madre Victoria Valverde Gonzáles se instruyó en la Curia Diocesana de Jaén el 14 de enero de 1996 y se concluyó el 15 de noviembre de 1997; se redactó la Positio super Martirio en junio de 1999 y fue entregada en la Congregación para la Causa de los Santos en enero del 2000.
1 Seguimos la «Positio super martirio» de la Sierva de Dios Victoria Valverde González, en su Perfil Biográfico. Editada en Tipografía Guerra s.r.l. Piazza di Porta Maggiore, 2. Roma 2000.
2 «Estos sucesivos traslados hacen pensar que, aunque hoy se tenga la seguridad de que sus restos están en el Santuario de Ntra. Sra. de la Villa de Martos, como consta en la lápida qye allí mismo hay colocada, es imposible identificar sus restos, ya mezclados con los del grupo entero que fue trasladado a ese lugar» (Positio pág. 31)