Un preso de Jaén participa en el Jubileo de la Misericordia en Roma

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

Por primera vez, un interno de segundo grado que cumple condena en el Centro Penitenciario de Jaén ha pasado en el extranjero, en Roma, cinco días fuera de la prisión. Lo ha hecho para participar el Jubileo de la Misericordia, que el Papa Francisco ha querido celebrar con presos de todas las partes del mundo. De Jaén le acompañábamos dos capellanes, cinco voluntarios de Pastoral Penitenciaria y un funcionario de la prisión. Trabajo nos costó conseguir el único permiso para un interno de Andújar, pero mereció la pena.

El “milagro” ha sido posible gracias a la convocatoria que el Papa Francisco ha hecho a los reclusos para celebrar el Jubileo de la Misericordia con él en Roma. El interés del Santo Padre por las personas encarceladas se ha reflejado a menudo en sus visitas a los centros penitenciarios durante sus viajes apostólicos, así como en la celebración de su primera misa de Jueves Santo como Papa, en el Centro de Detención de Menores en Casal del Marmo.

El sábado, 5 de noviembre, nos reunimos por la tarde en la iglesia de San Giovanni Baptista dei Florentini con los reclusos, familiares, voluntarios y funcionarios venidos de otros lugares de España, de Italia, y Portugal para celebrar un acto eucarístico y penitencial.

Así expresaba su experiencia al terminar la celebración uno de nosotros: “lo más valioso ha sido sentir cómo Dios se abre paso entre los entresijos de la vida para alojarse en el corazón de uno, eso es lo que empecé a sentir a partir del acto penitencial que celebramos el sábado, que para mí fue de una gran intensidad, no sé si he vuelto renovado, el tiempo lo dirá, lo que si se es que he vuelto con una experiencia de Dios que no había sentido hasta ahora”.

Al terminar, antes de iniciar la procesión hacia la Puerta Santa, nos estuvimos presentando los diversos grupos de españoles.

A continuación, iniciamos la peregrinación a través de la Vía de la Conciliación hasta la basílica de San Pedro para atravesar la Puerta Santa, la cruz guía la iban llevando entre todos con cantos y oraciones. ¡Cómo disfrutó José Antonio conduciéndonos a todos con la cruz hasta las puertas de la Basílica!

El domingo, 6, amaneció muy temprano, a las 5’30 ya había grupos esperando entrar en la Basílica de San Pedro. A las 7’30 se abrieron las puertas. El grupo de la Diócesis de Jaén pudo encontrar un lugar cercano al paso del Papa, entre alrededor de los 4.000 con credenciales que ocuparon la nave central (más de un millar eran detenidos procedentes de 12 países: Inglaterra, Italia, Letonia, Madagascar, Malasia, México, Países Bajos, España, Estados Unidos, Sudáfrica, Suecia y Portugal. Cabe destacar, también, la presencia de una delegación luterana, de Suecia.)

A las 9’00 se iniciaron los testimonios: Un preso, que en la cárcel experimentó la conversión, habló junto a su víctima con la que se reconcilió; el hermano de una persona asesinada que se convirtió en instrumento de la misericordia y el perdón; un menor de edad que está cumpliendo una condena y, por último, un agente de la Policía Penitenciaria, que mantiene contacto diario con los internos.

Si el interno de Andújar hubiera expuesto su testimonio habría dado la respuesta que dio al reportero de un medio internacional: “La cárcel es un lugar duro y muy difícil. En ese lugar pagamos nuestros delitos. Yo paso en la celda entre 14 y 15 horas, y eso me dio la posibilidad de pensar, de rezar y ver mi vida desde otra perspectiva. Pero es en ese lugar donde encontré a Dios con la ayuda de los sacerdotes, que nos visitan, nos celebran la misa, nos hablan, nos confiesan, y también de los voluntarios de Pastoral; su presencia, su cariño de amigos, su capacidad de escucha me han ayudado a sobrellevar esta dura realidad”.

A las 9’30 comenzamos al Santo Rosario y a continuación se iniciaba la Eucaristía presidida por el Papa. Las hostias que fueron utilizadas en la misa las fabricaron los internos de la prisión de Opera de Milán, como parte del proyecto “El Sentido del Pan”.

En el altar mayor se exhibía en un ángulo por primera vez un crucifijo recién restaurado “Es un crucifijo de madera del siglo XIV que, exceptuado el primer Jubileo del año 1300 convocado por el papa Bonifacio VIII, estuvo presente en todos los Jubileos de la historia hasta hoy”, comentario del Presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. Y en el otro ángulo estaba expuesta la imagen de Nuestra Señora de la Merced, patrona de los presos; el niño Jesús tenía en sus manos las esposas abiertas como un símbolo de libertad y confianza.

Terminada la Santa Misa salimos a la plaza de San Pedro, que ya estaba colmada de fieles para rezar la oración del Ángelus. El Obispo de Roma expresó: «querría hacer un llamamiento a favor de la mejora de las condiciones de vida en las prisiones de todo el mundo, de manera que respete plenamente la dignidad humana de los detenidos. Además, deseo reiterar la importancia de reflexionar sobre la necesidad de una justicia penal que no sea exclusivamente punitiva, sino que esté abierta a la esperanza y la prospectiva de insertar al encarcelado en la sociedad. De manera especial, someto a consideración de las autoridades civiles de cada país la posibilidad de hacer, en este Año Santo de la Misericordia, un acto de clemencia a favor de los presos que consideren idóneos para que se beneficien de tal disposición».

Con los cuerpos empapados por la lluvia, que acompañó a las palabras del Papa, y el corazón empapado por las gracias que en estos días han llovido sobre nosotros, volvíamos a la rutina de la vida ordinaria, sabiendo que “si Dios espera, entonces la esperanza no se le puede quitar a nadie, porque es la fuerza para seguir adelante”. Palabras del Papa en la homilía.

Pastoral Penitenciaria

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