Un día como ayer, 24 de febrero de 1575, hace ya 446 años, Santa Teresa de Jesús daba comienzo una nueva comunidad carmelitana reformada o descalza en Beas de Segura. Los pequeños conventitos que ella iba levantando, en contraste con los grandes conventos como era el de la Encarnación de Ávila, eran conocidos como «Palomarcicos De La Virgen«.
Madre Teresa quería pequeñas casas, pequeñas comunidades, no más de 13 religiosas como si fuera el grupo de los 12 apóstoles y Jesús. Pequeñas casas, que si por cualquier motivo se cayesen, no hiciesen mucho ruido. Éstas pequeñas edificaciones materiales vienen equilibradas con la grandeza y profundidad del estilo de vida reformado teresiano. Profunda vida interior en soledad, silencio, oración y despojo de sí, y equilibrado con las horas de de recreación comunitaria en el Señor. Aquí estuvo Santa Teresa hasta mediados del mes de mayo de ese año. A este lugar, unos años más tarde, llegó San Juan de Cruz quien venía destinado al convento del Calvario como superior y que por la cercanía de ambos lugares hizo posible el trato y la dirección espiritual del místico de Fontiveros con estas monjas.
En este día, en honor al día de la fundación de este conventico teresiano, se ha colocado en el Paseo de Beas de Segura un pequeño monumento recordando el Camino de San Juan de la Cruz (Beas de Segura – Caravaca de la Cruz). Sobre este camino se puede encontrar mucha información al peregrino que desee hacer el mismo camino que durante, al menos 7 veces, hizo San Juan de la Cruz. Un camino que se puede hacer en muchas perspectivas, deportivas, culturales, pero sobre todo, un camino que se invita a hacerlo desde la fe. San Juan de la Cruz, el incansable buscador de Dios, nos puede enseñar esta maravillosa experiencia humana y religiosa de una vida unida a Dios y sin ninguna rebaja de la Cruz.
Sebastián Moreno
Párroco de Beas de Segura