El Seminario Mayor Diocesano de Jaén cuenta en este curso con tres nuevos alumnos: son tres jóvenes de Marmolejo, Baeza y Torredonjimeno que han ingresado en el curso introductorio. Le hemos pedido que sean ellos mismos quienes se presenten con unas líneas y nos señalen su trayectoria vocacional. Estos son sus testimonios.
«Quiero caminar junto a Jesús»
Hola, mi nombre es Pedro Antonio Jurado Sánchez – Aguilera, tengo 26 años y soy de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Paz de Marmolejo.
Desde muy pequeño he sentido una llamada, un sentimiento que me hacía estar cerca de Jesús (ya que mi abuela, desde niño, me inculcó esa cercanía al Señor y a su Iglesia). Después de casi 15 años viviendo y trabajando de lleno en la Parroquia de mi pueblo, el Señor me sigue llamando, me quiere probar en este nuevo camino, quiere regalarme la vida de Comunidad en este Seminario, la formación y preparación tanto en espíritu como en sabiduría.
Comencé esta nueva etapa con el Evangelio del mismo Domingo que partía hacia el Seminario, en el que dice Jesús: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.» (Marcos 8, 34s) Es por ello, que comienzo mi camino de preparación al sacerdocio cogiendo desde el principio mi cruz: la cruz pesada y cargada de pecados, mi cruz humana y material, para poder convertirla en este caminar junto a Jesús, en una cruz llevadera, limpia de pecados y cargada de Amor hacia los demás. Desde hoy me pongo al servicio del Señor, de su Evangelio y de la Iglesia.
Desde aquí quiero agradecer en primer lugar a Dios por haberse fijado en mi humilde persona; al igual que agradezco a todo el que ha apostado por mí y por esta decisión (a mi familia, amigos y Parroquia); como a los que viven en esta casa del Seminario Diocesano de Jaén, por su acogida y ayuda en mi adaptación.
Por último quisiera pedir a todos que no olvidéis de rezar por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
«Dios me ha hecho ver que esta puede ser mi vocación»
Hola, me llamo Andrés Aldarias Martos, tengo 18 años y soy de la parroquia de «El Salvador» de Baeza. Me dirijo a todos los lectores de la revista «Iglesia en Jaén» para decir por qué he ingresado en el Seminario. Estoy aquí porque Dios me ha hecho ver que esta puede ser mi vocación. Esta vocación ha nacido gracias a varias personas como mis padres, Paco e Isabel, los cuales me han proporcionado una educación cristiana desde que nací.
Mi vocación nació gracias a que mi madre me dijo hace unos tres años que podría ir todos los días a Misa en cuaresma para vivir con Jesucristo más intensamente esos días, días que fueron los que me ayudaron a empezar a escuchar la llamada. Doy gracias a Dios todos los días por estos padres que Él me ha concedido tener. También doy las gracias a mi párroco D. Mariano, el cual durante muchos años me ha estado acercando a la Iglesia y me ha ayudado a conocer muchas cosas sobre ella y a interesarme por ella, y finalmente un sacerdote muy especial, D. Juan Párraga, que fue el que en una confesión me pregunto o mejor dicho, me dijo que yo podría ser sacerdote, pregunta que me ayudó a dar el «Sí» definitivo.
Desde aquí quiero dar también gracias a todos los que han hecho posible que esté aquí y por todos los que rezan por mí. Espero que dentro de unos años esta vocación sea una realidad.
«Si Jesús me llama, le diré que sí»
Me llamo Antonio José Blanca Ortega, soy de Torredonjimeno, tengo 34 años y procedo de la comunidad parroquial de San Pedro Apóstol.
«Si Jesús me llama, le diré que sí». Así he querido titular este artículo de presentación que nos solicitaban a los nuevos seminaristas para incluirlo en la revista «Iglesia en Jaén». Se trata de una pequeña oración extraída del libro de Patxi Loidi titulado «Mar adentro. Plegarias para orar». Una oración que descubrí hace un tiempo y que se ha convertido en una acción de gracias diaria desde que llegue a esta casa del Seminario Diocesano de la Inmaculada y San Eufrasio de Jaén. Una oración que dice así: «Si Jesús me llama, le diré que sí. Quiero Jesús mío, que esta máxima dirija mi vida. Tú puedes llamarme también a mí, porque llamas a cualquiera, santo o pecador, a toda edad…Cuando me llames, ayúdame también a dar ese sí. ¿Por qué voy a fijarme tanto en las renuncias, si tu amor es más grande que todos los amores?…Me alegro y canto de alegría al pensar en tu elección…Y Tú me llenarás de gracia y de alegría. Y todas las renuncias me parecerán pequeñas. Y nadie podrá quitarme mi alegría…Llámame, Señor, para que pueda decirte que sí y sea feliz con tu amor, tu cruz y tu resurrección».
Hace un par de años que comencé este itinerario que a día de hoy me ha traído al Seminario Diocesano de Jaén. Hace un par de años que empezaron a surgir preguntas como «¿cuál es mi camino?» Poco a poco, fui encontrando respuestas a muchas de mis dudas e inquietudes, siempre encontrándome con el Señor en la oración. Una respuesta a una llamada, un «sí» a hacer la voluntad de Dios, un «sí» que se ha ido forjando y configurando poco a poco, día tras día, creciendo y aumentando mi fe desde el corazón de mi comunidad parroquial de San Pedro Apóstol.
«Habla Señor que tu siervo escucha», a través de la oración, escuchando al Señor, descubro qué es lo que Cristo quiere de mí. Hablo en presente porque creo que la respuesta a Cristo ha de ser diaria. Cada día, cada mañana, cada momento es ocasión propicia para decirle a Cristo «sí». Pero también he de decir que no es una respuesta fácil de dar. Días antes de entrar en el Seminario, una buena amiga y «hermana en la fe» me decía que «en este nuevo camino tendría días de desierto, mediodías en el Gólgota, atardeceres camino de Emaús, y mañanas de Resurrección».
Me gustaría concluir estas líneas dando gracias, en primer lugar, a mi familia, a mi párroco, D. Andrés López, a toda mi comunidad parroquial de San Pedro, a mis amigos, por el apoyo y él ánimo que recibo por parte de todos ellos. Y en segundo lugar, y de manera muy especial, a la comunidad de religiosas dominicas de Torredonjimeno, por «enseñarme» a rezar y a escuchar a Dios en la oración.
Ahora, en esta nueva etapa de mi vida, «todo en sus manos», ahora, quizás más que nunca. Os invito de manera personal a manteneros firmes en la oración, y que ésta se convierta en un medio siempre de «escucha» a Dios, aceptando y cumpliendo su voluntad. Si Jesús te llama, no tengas miedo a decirle «si».
Un saludo. Os esperamos en el Seminario Diocesano de Jaén.