Oración vocacional en el Seminario Diocesano

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

«Sígueme»: éste es lema que acompaña a la Comunidad del Seminario, las Convivencias y Oraciones vocacionales de este curso. Con esta palabra tan potente del Señor dábamos inicio a la oración vocacional de este mes. Gracias a una buena asistencia de personas pudimos disfrutar de una bellísima oración junto a Jesús Eucaristía. Y es que esto de rezar por las vocaciones debe ser una tarea urgente para los cristianos debido a que estamos ante una necesidad muy urgente, eso sí esperando siempre en el Señor.

Con un canto al Espíritu Santo iniciábamos la oración de manera que nuestros corazones estuvieran en disposición para orar con Jesús. Una plegaria inicial nos introdujo en la oración de una manera muy sencilla y a través de respuesta muy simples poniendo nuestra confianza y fe en Cristo. Tras un bellísimo canto con palabras del profeta Isaías («Arranca de mi pecho el corazón de piedra…») nos disponíamos a escuchar el Evangelio de San Juan, precisamente el pasaje donde Jesús le pregunta tres veces a Pedro: ¿me amas? Después tuvimos unos momentos de silencio y reflexión sobre un texto que hablaba de la misericordia del Señor para con nosotros.

Quizás la sorpresa de esta oración vocacional fue el testimonio de una de las hermanas Mercedarias que viven en la Comunidad del Seminario, se trata de la hermana María José. Ella con palabras muy sencillas y con gran ilusión nos contaba cómo Jesús fue llamándole para seguirle a través de la vida religiosa. Con palabras suyas: «cada día iba descubriendo a ese Dios Amor…» podemos resumir muy bien que Jesús nos llama a cada uno personalmente y quiere para nosotros la felicidad. En acción de gracias entonábamos otro canto para alabar a Jesús presente en la Eucaristía. Finalmente rezábamos por las necesidades de la Iglesia y se reservó el Santísimo Sacramento. Por último nos dirigíamos a María que para nosotros es fuente de paz y felicidad, y sobre todo el Modelo de vida cristiana.

Gracias a todos los asistentes que rezaron por nosotros y aquello en los que desde lejos se unieron en la oración.

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