“Nuestra indiferencia los condena al olvido: contra el hambre, actúa”

Queridos fieles diocesanos,

Al inicio de la pandemia fueron muchos los que pronosticaron que ante esta prueba había dos actitudes, volvernos más humanos o acabar con lo que de solidario, de generoso, de compasivo había en nosotros. Si bien es cierto que, no en todos, este proceso para afrontar la nueva realidad que vivimos ha sido igual, puedo afirmar, como pastor diocesano, que en Jaén nos ha transformado en personas más generosas y está dejando en nuestro corazón un poso de fraternidad y “projimidad cristiana” con los más débiles y desfavorecidos de la tierra.

Y lo afirmo cuando celebramos la campaña contra el hambre a la que cada año, desde hace más de 60, nos invita a participar Manos Unidas, cada mes de febrero. Es una auténtica alegría saber que los jiennenses, a pesar de las no pocas dificultades que atravesamos, incrementadas por la pandemia de la COVID-19, no nos hemos dejado llevar por la apatía, la inacción o el desinterés ante los sufrientes de la tierra, sino que, al contrario, este tiempo de dolor y sufrimiento nos ha hecho ser más generosos, más conscientes de que nuestra ayuda es necesaria para seguir construyendo el Reino. Y eso lo demuestran los grandes resultados obtenidos por Manos Unidas en su campaña del pasado 2021. La colaboración activa de los jiennenses ha hecho posible consolidar los ambiciosos proyectos con los que se comprometió la Diócesis de Jaén el año anterior, y los ha cumplido con creces. Esa ayuda económica se ha transformado en realidades que están apoyando a más de 9.000 personas de manera directa y a más de 100.000 de forma indirecta, en países como India, Camboya y El Salvador.

Si hay algo que identifica la labor de Manos Unidas es construir desde la propia realidad de las personas a las que ayuda. Y así lo hace con los proyectos que cada año emprende y que cuenta con el respaldo unánime de la sociedad jiennense.

Ahora, cuando nos disponemos a celebrar la Campaña contra el Hambre 2022, el domingo 13 de febrero, Manos Unidos viene a recordarnos que es la indiferencia hacia los más desfavorecidos los que los condena al olvido, a la inacción, a la desprotección, a la pobreza.

Durante estos casi dos años que ya dura la pandemia de la COVID-19 las desigualdades entre ricos y pobres se han incrementado considerablemente. Hemos escuchado y visto en los Medios de Comunicación cómo las personas ricas han acrecentado sus patrimonios en este tiempo, mientras que a los pobres esta situación de crisis sanitaria y socioeconómica los ha abocado al más grande de los ostracismos, del que solo pueden salir con la mirada amorosa de los que ven, en los últimos, el rostro sangrante de Cristo.

Este 2021 ha dejado como logro de la humanidad la vacuna contra la COVID-19, que está combatiendo, en gran parte, las consecuencias en muchos casos mortales de este virus. Lo que aún la humanidad no  ha conseguido es encontrar la vacuna contra el hambre. La fórmula para hacer desaparecer esta pandemia mundial que acaba con la vida de miles de personas cada año. Se calcula que el mundo podría alcanzar los 1.000 millones de hambrientos en estos años a causa de la actual crisis, una cifra escandalosa, que se ha visto incrementada exponencialmente por la pérdida de ingresos de las familias, con menos dinero para comprar alimentos; la espectacular subida de los precios de los alimentos que, según el Banco Mundial, subieron un 14 % el año pasado, en pro de la élite económica; el desabastecimientos en los mercados agrícolas por las restricciones de transporte y la especulación; o el impacto del cambio climático, con incidencia en la producción de los alimentos en zonas rurales; la falta de atención e incentivos a la agricultura sostenible y el esfuerzo de los campesinos y la agricultura familiar.

Manos Unidas nos interpela, nos hace salir de nuestra zona de confort para recordarnos que son muchos los hijos de Dios que carecen de lo necesario para vivir, pero que cuentan con nuestras manos unidas, con nuestra ayuda, con nuestro compromiso para poder transformar su vida.

Esta campaña anual, sitúa, en este 2022, en nuestra Diócesis tres lugares en el mundo: Camboya, Haití e India. Y tres proyectos que pretenden alejarnos de la indiferencia y comprometernos con los débiles, los sufrientes, los olvidados, con los preferidos del Señor. Además, Manos Unidas nos piden gestos, como el del próximo 11 de febrero, Día del Ayuno Voluntario, como signo de apoyo a los 811 millones de personas que sufren cada día hambre en el mundo.

Os animo a colaborar con Manos Unidas tanto en la colecta del próximo 13 de febrero como  a lo largo del año, y hacerlo con la generosidad y la conciencia de pueblo de Dios que camina unido y que quiere que todos los hombres tengamos una existencia digna. Bajo el amparo de María, madre de los pobres, encomiendo esta campaña contra el hambre para que Ella nos aliente a colaborar con el proyecto del Reino de Dios en la tierra y que su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, nos mostró

Con mi afecto y bendición,

+ Sebastián Chico Martínez
Obispo de Jaén

 

 

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