Carta Pastoral del Obispo de Jaén, Mons. Ramón del Hoyo López.
Turismo y agua: Proteger nuestro futuro común
Queridos fieles diocesanos:
1. La Iglesia católica, conforme con los deseos del Papa Francisco, se une a la Organización Mundial del Turismo para celebrar esta Jornada el próximo día 27 de Septiembre.
Conocemos la atención que Su Santidad el Papa está prestando al respeto a la naturaleza desde el inicio de su ministerio petrino.
Ya, en la Homilía de la Santa Misa con que iniciaba su pontificado, nos invitaba a ser: «Custodios de la creación, del designio de bien inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro», recordándonos que «todo está confiado a la custodia del hombre y es una responsabilidad que nos afecta a todos» (Homilía del 13 de marzo de 2013).
En su primera encíclica Lumen fidei, nos dice que la fe nos ayuda a respetar a la naturaleza a «buscar modelos de desarrollo que no se basen únicamente en la utilidad y el provecho, sino que consideren la creación como un don» (Cap. IV).
2. El turismo tiene un papel fundamental en la conservación del medio ambiente. Como gran usuario de la naturaleza debería tener siempre muy presente su respeto a esta «casa común» en vez de convertirse, como más de una vez sucede, un feroz enemigo.
Debemos garantizar el bien de las generaciones futuras, de ahí la necesidad de unos comportamientos y una ética responsable que respete el hábitat propio. Es la humanidad quien debe proteger los tesoros naturales y evitar el uso arbitrario y egoísta de los bienes de la tierra, pues son comunes. Aprender a respetar el ambiente es aprender a respetar también a los demás.
El Beato Juan Pablo II, en su encíclica Centessimus Annus¸ de 1991, denunciaba, con palabras muy claras el consumo excesivo y arbitrario de los recursos naturales recordándonos que el hombre es colaborador de Dios en la obra de la creación y no puede sustituirlo (cf. nº 37).
3. El agua, como todos sabemos, es esencial para la vida, «sin embargo, leemos en el Mensaje para esta Jornada, año tras año va aumentando la presión sobre este recurso. Una de cada tres personas vive en un país con escasez de agua, entre moderada y alta, y es posible que para el 2030 la escasez afecte casi a la mitad de la población mundial, ya que la demanda podrá superar el 40% a la oferta» (Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas. Mensaje del 22 de marzo de 2013).
Pensemos que el agua nos habla del Creador, y nos recuerda su historia de amor para con la humanidad. Podemos recordar las preciosas fórmulas de la liturgia romana, tanto en la Vigilia pascual como en el Ritual del Bautismo. El Señor se ha servido del don del agua como signo y memoria de sus bondades. El agua nos habla de vida, purificación, regeneración, trascendencia (cf. Jn. 7, 38).
Elevemos nuestra súplica con el «poverello» de Asís, San Francisco: «Loado seas mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde, preciosa y casta».
Cuidemos del agua y recemos, junto a la pila bautismal el Credo de nuestra fe, al tiempo que meditamos también las palabras del Apóstol San Juan: «El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed» (Jn. 4, 14).
Con mi saludo y bendición
+ Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén