Día del Enfermo

Carta Pastoral del Obispo de Jaén, Mons. Ramón del Hoyo López.

Queridos fieles diocesanos:

1.Cada año la Iglesia quiere sensibilizarnos sobre la importancia de nuestro servicio pastoral en favor de los hermanos enfermos e impedidos, o necesitados de atenciones especiales.

La Iglesia llama a estos servicios PASTORAL DE LA SALUD porque el Médico divino, Nuestro Señor Jesucristo, se acerca y se ofrece de forma especial a estos hermanos predilectos. El Santo Padre Benedicto XVI calificó esta atención, en ese mismo sentido, como “caricia de Dios para nuestros hermanos enfermos”.

Ese amor de predilección del Señor es lo que nosotros debemos, ahora, acercarles en su Nombre. Esta es la invitación que hago a todos los fieles diocesanos con ocasión de la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes, el once de febrero, para ofrecer por ellos preces especiales, acercarles la Sagrada Comunión y administrarles, en la medida de nuestras posibilidades, el sacramento de la Santa Unción.

2.En el Evangelio de San Lucas se encuentra una parábola conmovedora, que nos habla del alcance del amor cristiano para con estos hermanos. Me refiero a la escena del Buen Samaritano que, cuando pasó al lado de un hombre al que unos ladrones habían dejado medio muerto al borde del camino, al verlo, se compadeció de él y acercándose le vendó sus heridas. Montándole, luego, sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los entregó al posadero y le dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva”. (Cf. Lc 10, 33-35).

Jesucristo nos dice al final de esta parábola, hoy a cada uno de nosotros: “Ve y haz tú lo mismo” (Lc 10, 37), es decir, visitemos e inclinémonos sobre tantos hermanos heridos en su cuerpo o en su espíritu que encontramos por la vida.

¡Cómo se necesita y agradece el consuelo y atenciones en los momentos de enfermedad! ¡Cómo valora la persona mayor o necesitada de atenciones especiales unos minutos de nuestra compañía, el gesto de estrechar su mano, la mirada cariñosa a sus ojos…! Lo que cura y alivia a la persona, en definitiva, no es esquivar o querer ignorar la enfermedad o el sufrimiento, sino la capacidad de encontrar sentido y fuerza para asumirlos.

Impresionante el ejemplo que nos da el reciente Beato de nuestra Iglesia diocesana, Manuel Lozano Garrido. Se abrazó, con brazo fuerte, al Crucifijo y sufrió a su lado, como Él, por la redención de la humanidad.

3.Quiero dirigirme, con afecto muy especial, a todas las personas enfermas e impedidas en la geografía diocesana de Jaén. A todas, para comunicarles nuestro cariño y cercanía. A los profesionales de la medicina y demás servicios en favor de estos hermanos y hermanas que necesitan de su apoyo imprescindible. A los sacerdotes y capellanes de Centros médicos y Residencias de personas mayores. A los Párrocos, visitadores de enfermos y ministros extraordinarios de la Eucaristía en las comunidades cristianas.

La Iglesia ha mostrado siempre una peculiar y generosa solicitud por el mundo de la enfermedad en todas sus facetas. La Diócesis de Jaén encomienda la coordinación de este servicio a la Delegación episcopal para la salud, a la que agradecemos su ejemplar entrega que tanto bien hace y Dios bendice.

Una palabra también para los familiares y personas más cercanas a los enfermos y a este numeroso grupo de hermanos necesitados. Más de una vez lo he dicho. Veo en ellos la figura del buen samaritano de la parábola. ¡Cuántos santos y santas anónimos entre estas personas! Deseo animarles en tan alta misión humana y cristiana.

Que la protección maternal de la Santísima Virgen de Lourdes, salud de los enfermos como la invocamos, llegue de forma muy especial a todos ellos y a quienes les asisten.

Con mi saludo agradecido en el Señor.

+ Ramón del Hoyo López

Obispo de Jaén

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