Cuaresma de 2009

Carta Pastoral del Obispo de Jaén, D. Ramón del Hoyo López. Muy queridos fieles diocesanos:

El próximo día 25, “Miércoles de Ceniza”, comenzamos un tiempo privilegiado, de cuarenta días de gracia. La Iglesia nos invita como bautizados a profundizar en la obra redentora de Cristo en nuestras vidas, a recorrer la historia de la creación y de la redención humana, obra del amor de Dios.

Con los cristianos de todo el mundo caminaremos espiritualmente hacia el Calvario, meditando los misterios centrales de nuestra fe para desde la Cruz de Cristo llegar a la alegría de su Resurrección.

Tres son los principales medios que la Iglesia pone a nuestra disposición y nos exhorta para este recorrido:
•    La escucha asidua de la Palabra de Dios.
•    La práctica más intensa del ayuno penitencial y la limosna, como ayuda generosa al prójimo necesitado, y
•    La oración, sobre todo eucarística.

1. La escucha de la Palabra

a) Ésta transforma siempre nuestro interior y nos comunica la verdad para vivirla y testimoniarla. Por esta Palabra conocemos quiénes somos, de dónde venimos, qué debemos hacer en esta vida, y la eternidad a la que caminamos. Nos ayuda para abrir nuestro interior al amor misericordioso de Dios y a convertirnos a Él, más y más, al comprobar nuestras pobrezas.

b) Esta Cuaresma será una buena ocasión, en medio del Año Paulino, para releer sus Cartas, conocer su vida y el desarrollo de las primeras comunidades cristianas.

Las trece Cartas que le atribuye la Tradición, son los primeros escritos del Nuevo Testamento y la correspondencia más importante de todas las épocas para los cristianos. San Pablo trata de animar y orientar en todos ellas a las comunidades que surgían en diversas ciudades fuera de Palestina, o a personas concretas, conocidas por su ministerio. Son todo un ejemplo de teología viva. En ellas, Cristo se convierte en referencia y motivo de esperanza para aquellos primeros cristianos y, hoy, para nosotros.
2. El ayuno penitencial y la limosna

a) El Mensaje del Santo Padre, Benedicto XVI, para la Cuaresma de este año, centra su atención sobre el valor y el sentido del ayuno. Sus palabras sencillas y profundas, a que nos tiene ya acostumbrados, presentan al pueblo cristiano el sentido que debe tener “privarse de algo”,con sentido penitencial.

Los sacerdotes pondrán al alcance de los fieles encomendados este Mensaje y, por ello, me limito a destacar únicamente estas palabras del Papa:

“Para los creyentes -el ayuno- es en primer lugar una terapia para curar todo lo que impide conformarse a la voluntad de Dios.” “Puesto que el pecado y sus consecuencias nos apremian a todos, el ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con el Señor.” “El verdadero ayuno… tiene como finalidad comer el alimento verdadero que es hacer la voluntad del Padre.”

Pertenecemos a una civilización sobresaturada de bienes y estaría bien plantearnos seriamente si para encontrarnos con Dios necesitamos de tantas cosas, o si más bien, por el contrario, nos lo impiden o dificultan. Es ocasión para distanciarnos de lo innecesario, incluido el tiempo perdido, y buscar la verdadera riqueza: abrirnos al Señor y crear espacios para escucharle con mayor dedicación y sosiego.

b) La limosna penitencial tiene también sentido de respuesta a nuestra cercanía a Dios. Desde Él, miramos de modo nuevo a nuestros hermanos y a sus necesidades. Quien mira el rostro de Cristo desde su interior, descubre lo que es amar al prójimo en su verdadera profundidad.

Con la limosna y haciendo el bien a los demás, compartimos los dones recibidos con quienes se encuentran en cualquier necesidad y nos mostramos solícitos con sus pobrezas, como respuesta al amor que Dios nos tiene.

“Jesús, al ver la multitud, se compadeció de ella” (Mt 9, 36). La Iglesia, consciente de su misión, continúa con Cristo dirigiendo su mirada conmovida hacia toda persona necesitada.

La situación de carencia de bienes, de trabajo, de salud, de soledad… de quienes viven cerca y lejos de nosotros, son manos en espera de nuestra respuesta personal y organizada, a través de Cáritas y Manos Unidas principalmente.

3. La oración cuaresmal

a) Escuchábamos hace tres domingos que Jesús de Nazaret, después de una intensa jornada en Cafarnaúm, “se levantó de madrugada, se marchó a un descampado y allí se puso a orar.” (Mc 1, 35).

¡Qué grande es poder entrar en contacto con el Señor del mundo, que Él nos escuche y nosotros podamos escucharle!

Busquemos tiempo en el recorrido cuaresmal, “ayunemos” de ocupaciones innecesarias para estar con el Señor y escucharle sin prisas. Hablemos con Él de todo, desde el silencio del corazón. Insistamos, en comunión, que envíe obreros a su mies y nos ayude a ser buenos obreros en su viña. Desde la intimidad personal, descubramos sus dones en nuestras vidas y en el desierto de nuestras pobrezas, encontremos su presencia amorosa.

b) En el Plan Pastoral diocesano, para este curso, destacábamos el cuidado especial de la celebración eucarística dominical. El pan y la copa que compartimos nos une en la aspiración de unidad con todos y con todo. La Eucaristía es el hogar del amor, el gran tesoro de nuestra Iglesia, la más valiosa herencia que el Señor nos ha regalado. “Es el tesoro escondido en el campo”. Quien lo encuentra, ya nunca lo abandonará. Será lo primero en su vida.

La Eucaristía dominical y diaria, vivida “desde dentro”, con Cristo y la comunidad, la prolongación de esta fiesta de nuestra fe en la adoración eucarística, señalan a los creyentes el camino para entrar en la historia de nuestros hermanos, y unirnos, con toda la humanidad, al canto eterno del amor trinitario con Cristo, por Él y en Él.

c) Otras prácticas tan arraigadas en las comunidades cristianas de Jaén, como el vía crucis, ayudan también a descubrir el amor y el poder de Dios y la debilidad humana. La Diócesis ofrece un texto de esta piadosa práctica basado en los textos del Apóstol San Pablo, pero conviene también y así vienen haciéndolo de forma progresiva buen número de parroquias, orar asimismo con la Iglesia mediante la liturgia de las Horas.

4. Catecumenado

a) La cuaresma pretende ser un catecumenado anual para seguir descubriendo y disfrutar de la realidad gozosa de nuestro bautismo; para revisar serenamente y en profundidad sus exigencias.

Caminantes con Cristo Jesús por el desierto cuaresmal, alimentados por sus Palabras y Sacramentos, Penitencia y Eucaristía, Él toma la iniciativa para que descubramos su rostro con mayor cercanía y nitidez.

“Ven y sígueme” (Lc 18, 22), nos susurra con su mirada amorosa al inicio de la Cuaresma y nos anima a subir con Él hasta Jerusalén para celebrar el misterio de la Pascua.

b) Los niños y niñas en edad escolar, y los adultos no bautizados, inician este año, como importante novedad diocesana, su catecumenado que
finalizará en la Noche de Pascua del 2010.

Se ha creado un servicio diocesano, que preside el Delegado Episcopal de liturgia, y seguimiento del itinerario catecumenal aprobado para la Diócesis de Jaén de acuerdo a las”Orientaciones pastorales para la Iniciación Cristiana de niños no bautizados en su infancia”, de la Conferencia Episcopal Española del año 2004.

Informen los sacerdotes a sus respectivas Comunidades encomendadas, sobre este servicio que iniciamos con esperanza, seguros de sus frutos.    

“Reconciliarnos con Dios”. Ésta es la exhortación del Apóstol San Pablo, la misma que hace veinte siglos escribía para los cristianos de Corinto. Que no recibamos en vano la gracia de Dios, porque es tiempo de salvación.

Pedimos que en este itinerario nos acompañe María, la Madre del Redentor. Que nos ayude a llegar purificados y renovados a las celebraciones del Misterio Pascual de Jesucristo.

Os bendice con todo afecto en el Señor,

+ Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén

Jaén, 10 de febrero de 2009

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