Muy queridos fieles diocesanos:
1. El próximo día 30 de Diciembre, viernes, celebraremos en nuestra Iglesia esta fiesta, tan entrañable para nosotros, bajo el lema: “Gracias a la familia hemos nacido nosotros”.
Aún permanecen muy recientes las impresionantes imágenes de la reciente Jornada Mundial de la Juventud, que celebramos en Madrid el verano pasado. Aquel ingente número de jóvenes, en torno a los dos millones, hoy dan gracias a sus familias por haber nacido y nos hablan, a todos, de que en la familia se decide el destino del hombre y de la mujer. Proclaman, ante el mundo entero, que esta institución hunde sus raíces en la esencia más profunda del ser humano y que sólo a través de ella, se pueden encontrar respuestas fiables y fundadas a nuestro destino.
2. Hemos de estar atentos y despiertos, porque también entre nosotros se intenta minar, desde ideologías y programas, perfectamente diseñados, la identidad y misión de la institución familiar y del matrimonio. Como fruto de tales ideologías nos encontramos ante leyes que, lejos de favorecer y defender el modelo familiar nacido del matrimonio, hacen caso omiso de este modelo insustituible para el bien común de la sociedad y de las propias personas.
Al mismo tiempo, sin embargo, son cada vez más los hogares que están dando una respuesta generosa ante el Señor de la vida y son, cada vez más abundantes, los novios, esposos y familias que buscan una más sólida preparación y crecimiento para su unión matrimonial, fortaleciendo, de este modo, a la institución familiar como respuesta a la gracia del Sacramento al que se acercan o ya han recibido.
Es cierto lo que afirmaba el Pontífice actual, Benedicto XVI, en su Mensaje para la reciente Jornada Mundial de la Juventud, en el sentido de que son muchos los jóvenes que “manifiestan la aspiración de construir relaciones auténticas de amistad, de conocer el verdadero amor, de fundar una familia unida, de adquirir una estabilidad personal y una seguridad real, que puede garantizar un futuro sereno y feliz” (n. 1).
3. Está profundamente marcado en la propia naturaleza que el matrimonio entre un varón y una mujer no son una mera construcción sociológica casual, fruto de situaciones históricas o económicas concretas.
Frente a ideologías que pretenden presentar como verdadera liberación de las personas otras formas, que también denominan matrimonios, la Revelación de Dios nos enseña que el amor y la unión del varón y la mujer, con sus notas de exclusividad, fidelidad, permanencia en el tiempo y apertura a la vida, pertenecen a la esencia de la comunidad de vida y de amor del único matrimonio.
Es muy cierto que la correcta relación entre un hombre y una mujer, descubren el verdadero rostro humano de la sociedad y nos manifiesta, al mismo tiempo, la esencia más profunda del ser humano.
4. Encomiendo a la Vicaría de Pastoral y Delegación Episcopal de Familia y Vida hagan llegar estas reflexiones a las parroquias, comunidades y capellanes de nuestra Iglesia diocesana, al tiempo que expresamos nuestro apoyo incondicional a favor del matrimonio, de la familia y de la vida.
Ruego se eleven preces especiales en todas las iglesias abiertas al culto, suplicando bendiciones divinas de la Sagrada Familia de Nazaret en su favor y que las comunidades cristianas muestren todo su interés en ayudar a descubrir ya a los adolescentes el alcance de su posible vocación para formar un día una familia; a los jóvenes novios para que preparen con ilusión el gran proyecto de su vida y, a los esposos, el secreto de un matrimonio feliz y para siempre, enamorándose cada día, con pequeños detalles cotidianos y en el que la rutina es, sin duda, el enemigo más insidioso.
Que suene ya a todos que, si en el presente curso pastoral nuestro objetivo específico se centra en “el cristiano laico, como verdadero y original testigo de la fe cristiana”, el próximo lo será sobre “la familia, ambiente insustituible para la transmisión de la fe”.
Que la Santísima Virgen de la Cabeza y San Eufrasio intercedan ante el Señor por nuestra Iglesia diocesana y sus familias.
Con mi saludo agradecido en el Señor,
¡Feliz año 2012!
RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ
Obispo de Jaén