Campaña de Manos Unidas

Carta Pastoral del Obispo de Jaén, Mons. Ramón del Hoyo López. Desde hace ya cincuenta años, cientos de mujeres españolas trabajan, de forma bien organizada y generosa, por combatir el hambre en el mundo.

Parecerá a muchos una tarea imposible, pero, año tras año, la voz de MANOS UNIDAS llega a incontables corazones y sus proyectos de desarrollo en favor de los necesitados se multiplican. Cuantos más seamos y más colaboremos, más lejos llegarán. Es más eficaz unir ilusiones y esfuerzos por fines nobles, que entregar unas frías monedas para acallar conciencias.

Decía un poeta que el hombre es un artista colocado en el centro del universo por Dios. Al crearlo, le dijo: con tu mente, transforma la tierra, con tus brazos humanízala, con tu corazón divinízala, hazla más cálida y para todos. Pero el hombre no terminó de entender este mensaje y hasta no repara, por egoísmo, en destruir tanta belleza.

1.     El “ser” de Manos Unidas

Saben que Manos Unidas es una asociación pública de fieles de la Iglesia Católica, reconocida también como organización no gubernamental (ONG) que, junto con Cáritas, la Obra de las Misiones y otras organizaciones católicas, ofrecen al mundo el rostro del amor de la Iglesia, la esencia del Evangelio de Jesucristo.

En concreto, esta organización, de marcado carácter social y caritativo, se ocupa y pretende remediar el hambre en el mundo desde su apoyo al desarrollo, fundamentalmente en aspectos culturales, agrícolas, sanitarios, de promoción a la infancia y a la mujer.

Manos Unidas es “el corazón” del Buen Samaritano que cura heridas, ayuda a levantarse y mirar el futuro con esperanza, con la vista puesta en miles de personas. Ama a lo grande y sin fronteras, “a lo divino”, y mira siempre de frente, de igual a igual, a sus hermanos.

2.     El problema del hambre

En un mundo aparentemente organizado, a muchos nos parece mentira que existan millones de personas con una existencia real o amenazada por la carencia de los alimentos mínimos necesarios.

No lograremos dar una respuesta eficaz a tan sangrante situación sin el conocimiento objetivo de sus causas y mientras no se busquen respuestas concretas al problema a nivel mundial.

El primer derecho de cualquier persona es quedar libre de esta lacra. Nos debe hacer pensar seriamente a todos que, a pesar de los nuevos y tan positivos avances en áreas de la tecnología, la ciencia y la economía, la pobreza en el mundo sigue creciendo.

Por todo ello, es cada vez más urgente y necesario plantear las relaciones internacionales desde el respeto y apoyo a la dignidad de la persona, buscar respuestas duraderas en favor de una coexistencia pacífica y trabajar en favor de toda la familia humana, para dar respuestas a tan dolorosas situaciones. Estas son las líneas del Evangelio, del amor cristiano, que muchos hemos hecho nuestras y que, lentamente, irán abriéndose paso, aun en quienes no las conocen. No cesaremos los cristianos en este empeño.

3.     Defendamos la tierra

La actual Campaña, en el 50 aniversario de Manos Unidas, nos propone un lema de reflexión: “CORTAR EL HAMBRE. DEFIENDE LA TIERRA”.

Cuando el hombre deja de ver la naturaleza bajo el sello y el proyecto divino, cuando considera a la naturaleza y al ser humano como fruto del azar o del determinismo, disminuye el sentido de responsabilidad, de solidaridad y brota el egoísmo por doquier.

Es claro que el cambio climático, producido sobre todo por los países más desarrollados, afectará mucho más a los de economías débiles, al no poder hacer apenas frente a la nueva situación. Los efectos de la sequía, inundaciones, acceso al agua, pérdida de productividad agrícola o pesquera, deforestación, repercutirán de forma muy directa en la producción de alimentos, en la salud y en su calidad de vida. En definitiva, mayor empobrecimiento de los países pobres, con riesgos de conflictos, desplazamientos, mayor explotación por los poderosos y más miseria para los más pobres.

El cambio climático es, por tanto, otro factor esencial que debemos tener muy presente como una de las causas a moderar en sus efectos, por su íntima relación con la pobreza.

4.     Apoyemos a Manos Unidas

Un año más, invito a todos los fieles diocesanos a seguir apoyando con la generosidad de siempre, a pesar de la crisis que ya afecta a muchos entre nosotros, a redoblar, por ello aún más, nuestro esfuerzo en favor de los proyectos de Manos Unidas.

Agradecemos la oportunidad que nos brinda al extender su mano para paliar el hambre de tantos que nos miran desde lejos. Animamos a tan querida organización a continuar con su tesón y espíritu, porque ¡no es fácil lograr tantos milagros año tras año!

Así se lo encomendamos a nuestra Patrona y Madre la Santísima Virgen de la Cabeza.

Os saluda y bendice,

+ Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén

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