Carta Pastoral del Obispo de Jaén en la fiesta de la Presentación del Señor.
Muy queridos fieles diocesanos:
1. La Iglesia celebra en la fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo una jornada especial por la Vida Consagrada.
En ese día y un año más, bajo el lema “CAMINOS DE CONSAGRACIÓN”, nuestra Iglesia de Jaén dará gracias por el don inestimable de los fieles consagrados en sus diferentes formas y carismas en tantas Comunidades y Casas de la geografía diocesana.
Queremos saludaros con especial afecto y agradeceros, una vez más, vuestra presencia y apoyo en esta Comunidad diocesana.
Sois para nosotros como cirios encendidos que irradian el amor más completo a Dios y a la Iglesia. Sois signos claros de un completo abandono en las manos de Dios para cumplir su voluntad y anuncio callado pero con ecos muy nítidos de la nueva vida del Reino de Jesucristo presente entre nosotros.
Como tesoros especiales que sois en esta Iglesia, gracias a todos y a cada uno de vosotros.
2. Su Santidad Benedicto XVI en su reciente Encíclica Spe salvi, habla de CAMINOS.
Escribe que “la vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza.” (n. 49)
El camino de los consagrados lo señala certeramente el Concilio Vaticano II en su Decreto Perfectae caritatis: Es el seguimiento de Jesucristo la norma definitiva de la vida consagrada. Nada debe anteponerse a ese único amor, al contrario, encontrar siempre en sus Palabras y Compañía el único camino para sus pasos en todo tiempo y lugar.
Y junto a Jesucristo, su íntima unión también a la Santísima Virgen María, estrella de esperanza y modelo de fidelidad, junto al carisma de sus Fundadores, son los caminos de los consagrados, para su continuado crecimiento en santidad y entrega a su vocación.
Siempre encontraréis el aceite nuevo para vuestras lámparas en esos caminos, para no caer en la tentación de encerraros en vosotros mismos o conformaros con lo ya conseguido. Debéis siempre alumbrarnos con fuego nuevo.
3. El pueblo de Dios es muy consciente de la importancia de la vida consagrada entre nosotros. El mundo y la Iglesia se empobrecerían si se debilitara la presencia de personas consagradas totalmente al amor de Dios.
Hemos de pedir continuamente estas vocaciones y más hoy, en medio de la cultura utilitarista que nos rodea, en que se valora la importancia de las cosas y de las personas por su funcionalidad inmediata. Ya ocurrió esto mismo en tiempos de Jesús en la unción de los pies en Betania. La casa se llenó del “olor de aquel perfume” y, ante su incomprensión, Judas escuchó aquella palabra: “Déjala” (Jn 12, 3 y 7).
Los consagrados son el mejor perfume de Cristo resucitado y presente entre nosotros. Son quienes dejan todo para seguirle, en el nuevo género de vida que Él inauguró y que, bajo la acción de su Espíritu entre nosotros, se ha ido desarrollando e incrementando de múltiples formas a lo largo de la historia del cristianismo.
Cada familia religiosa es un testimonio y reflejo de la multitud de dones que el Espíritu Santo pone en manos de sus Fundadores, que han interpretado los signos de los tiempos y se han hecho eco de su voz.
El fiel consagrado es testigo entre nosotros no sólo del Evangelio aprendido y vivido, sino del mismo Jesucristo resucitado con el que vive estrechamente unido. Lo hicieron así los Apóstoles y la misma voz del Espíritu continúa escuchándose entre nosotros con respuestas concretas que apoyamos y agradecemos.
Gracias a los fieles consagrados y felicidades.
Con nuestro afecto y bendición,
+ Ramón del Hoyo López. Obispo de Jaén