El Obispo de Jaén, Monseñor Chico Martínez, ha hecho público, este lunes, el nombramiento del equipo del Secretariado para la formación para los aspirantes a los ministerios laicales instituidos, esto es: catequista, acólito y lector.
La pasada semana, en la solemnidad de la Epifanía y jornada del Catequista nativo, la Diócesis de Jaén anunciaba la creación del Directorio de estos ministerios laicales, que nacen del magisterio del Papa Francisco. Esta Delegación está compuesta por dos Secretariados, el de la formación para los aspirantes y la de la formación permanente de los ya instituidos.
Ahora, el Prelado jiennense ha anunciado el nombrado las personas que estarán al frente del Secretariado para la formación de los aspirantes a los citados ministerios, y la dirección espiritual de los mismos. Esto es, las personas responsables de la formación de los laicos de la Diócesis que, según su carisma y formación, opten a estos ministerios.
De esta manera:
D. Manuel Ángel Castillo Quintero: Es nombrado:
Delegado Episcopal para los Ministerios Laicales Instituidos y Director del Secretariado para la Formación de los aspirantes a Ministerios Instituidos.
D. Carlos Moreno Galiano: Es nombrado Director Espiritual del Secretariado para la Formación de los aspirantes a Ministerios Instituidos.
D. Manuel Sánchez Rodríguez: Es nombrado Formador del Secretariado para la Formación de los aspirantes a Ministerios Instituidos.
Por otra parte, la Delegación abarca otro Secretariado de formación permanente de los ministros ya instituidos, que el Obispo nombrará más adelante.
Esta Delegación episcopal para los ministerios laicales contempla una función semejante, en relación con los ministros instituidos, a la que tiene el Secretariado para el diaconado permanente con respecto a los diáconos o el Seminario diocesano con respecto a los seminaristas. A saber:
- Atender a la formación inicial de los candidatos confeccionado, bajo las orientaciones del Obispo, un programa de formación en sus dimensiones humana, espiritual, intelectual, pastoral y misionera.
- Para la formación en las dimensiones humana, espiritual, pastoral y misionera, en la Delegación existe el Secretariado para la formación de los aspirantes a los ministerios laicales.
- Para la formación intelectual de los aspirantes, la Delegación contará con el programa de estudios de la Escuela de Teología del Instituto Teológico San Eufrasio de la diócesis.
- Cuidar del acompañamiento y de la formación permanente integral de los ministros instituidos, estableciendo un programa adecuado para ello. De la formación permanente se encarga el Secretariado para el acompañamiento y la formación permanente de los ministros instituidos. Igualmente, para la dimensión intelectual de la formación permanente, el Secretariado contará con la Escuela de Teología del Instituto Teológico San Eufrasio de la diócesis.
En todo momento, la Delegación episcopal para los ministerios laicales estará en contacto, par razones evidentes, con las delegaciones de Pastoral litúrgica y sacramental y de Primer anuncio, Catecumenado y Catequesis.
La formación de los ministros instituidos es un proceso de al menos tres años, en el que el candidato es acompañado para ayudarle a crecer en diversos aspectos que procuren la maduración integral.
Su formación remota la constituye un proceso discipular, el mismo que cualquier creyente debería tener en su comunidad parroquial.
Teniendo experiencia de discipulado, el candidato entrará en un proceso formativo en el que se integran armónicamente las dimensiones humana, espiritual, intelectual, pastoral y misionera.
Pero la formación del candidato no acaba con la institución de ministerio. Siendo ya ministro instituido, el Secretariado le ofrecerá los medios suficientes para que este continúe con su formación permanente.
Según indica el Directorio sobre la idoneidad de los candidatos, obispo contará con el parecer y asesoramiento de la Delegación episcopal para los ministerios laicales, de los párrocos respectivos y de cuantos estamentos considere necesarios, habrá que tener en cuenta los siguientes parámetros:
Madurez humana; Fe profunda; vivencia comunitaria; experiencia de comunión; entusiasmo apostólico y formación previa.