
Los días 14 y 15 de noviembre se ha celebrado, en el Palacio de Congresos de Jaén, la duodécima edición del Simposio Internacional San Josemaría. Este encuentro bienal reúne a expertos, académicos y público interesado para profundizar en el mensaje y las enseñanzas de san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, y su influencia en la vida social, cultural y espiritual de hoy.
Bajo el lema «Voces de esperanza» se han desarrollado dos jornadas de reflexión sobre cómo la esperanza cristiana sostiene y transforma ámbitos tan diversos como la familia, el trabajo, la cultura, la amistad, la investigación científica o el compromiso social. Las ponencias y testimonios permitieron abordar la esperanza tanto en sus fundamentos teológicos como en su expresión concreta en la vida cotidiana y en los desafíos actuales.
En la clausura, el Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, animó a vivir la esperanza como fuerza capaz de renovar la sociedad. Señaló que, ante las dificultades del presente —especialmente entre los jóvenes, como la falta de perseverancia o la renuncia al sacrificio—, la comunidad cristiana debe actuar como “células vivas”, generadoras de proyectos e ilusión allí donde aparece el desánimo. Don Sebastián recordó que “tenemos solución porque somos portadores de esperanza”, y que esta esperanza nace de Aquel que entregó su vida por nosotros. Añadió que, cuando una comunidad transmite auténtica esperanza a los jóvenes, surgen de forma natural “la iniciativa, la ilusión y, por tanto, los proyectos”.

Durante su intervención final, el Obispo expresó su gratitud por el desarrollo del Simposio. “Al llegar a este momento final del Simposio, me nace del corazón una palabra muy sencilla: gracias… gracias por dedicar tiempo a pensar, orar y dialogar juntos sobre un tema tan decisivo: la esperanza.” Subrayó, además, que la esperanza cristiana “no es una idea abstracta, ni un sentimiento pasajero, sino un tesoro que sostiene la vida y que ilumina todos los ámbitos donde se juega la dignidad humana”, y recordó que esta esperanza se vuelve real cuando se convierte en servicio. “La esperanza se hace creíble cuando se arremangan las manos para acompañar, sanar, educar y levantar al que sufre”.
Finalmente, en el marco del Año Jubilar de la Esperanza, Monseñor Chico Martínez invitó a llevar a la vida diaria lo reflexionado durante el encuentro, ya que “la Iglesia no quiere replegarse, sino tender puentes, sanar heridas y encender luz donde a veces solo parece haber cansancio o miedo”. Animó a que lo vivido en estas jornadas siga dando fruto en cada vocación y ámbito profesional, porque “la esperanza se alimenta cuando se comparte”. Y concluyó agradeciendo a la Fundación Catalina Mir, a los ponentes y a todos los participantes por su dedicación y testimonio.
Fundación Catalina Mir
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