
Este domingo, cuarto de Adviento, la Catedral ha acogido la Misa de acción de gracias por la beatificación, el pasado 13 de diciembre, de los 124 mártires del siglo XX de la Diócesis de Jaén.
La Eucaristía, presidida por el Obispo de Jaén, Monseñor Chico Martínez, ha estado concelebrada por el Vicario y Provicario General; el Delegado de la Causa de los Santos; miembros del Cabildo Catedral, y algunos sacerdotes parientes de los mártires. Los seminaristas han acolitado la celebración.

El coro Amicitia, de Martos ha puesto, una vez más, la música a la Eucaristía, en la que entre otros temas han cantado el Himno de los mártires, que ya estrenaron el primer día del triduo preparatorio a la beatificación. Las lecturas han estado participadas por familiares de los mártires, el salmo cantado para la religiosa Mercedaria del Santísimo Sacramento, la Hermana Flavia. El Evangelio lo proclamó el diácono permanente, D. José Extremera.

Homilía
El Obispo de Jaén comenzaba sus palabras haciendo referencia a lo que reunía a la Iglesia jiennense en su primer Templo, ocho días después de la beatificación. “Hace una semana vivíamos un acontecimiento histórico en nuestra tierra giennense, en este Templo tan emblemático de nuestra Iglesia, relicario del Rostro de Cristo, la beatificación de nuestros 124 mártires del S. XX. Hoy nos volvemos a reunir con un profundo sentimiento de gratitud ante Dios, porque nuestra Iglesia de Jaén ha sido visitada por su gracia de una manera singular en este acontecimiento vivido”, expresó.
Después y en referencia al Evangelio proclamado y a los mártires, Don Sebastián quiso enfatizar: “Queridos hermanos, al escuchar hoy la Palabra de Dios, nuestra mirada se dirige espontáneamente a nuestros 124 mártires. También ellos vivieron su fe en circunstancias oscuras, complejas, dolorosas. Y, como José, supieron fiarse de Dios cuando humanamente todo parecía incierto”. En este sentido, subrayó, “La beatificación que hemos vivido no es un ajuste de cuentas con el pasado, ni una relectura ideológica de la historia. La Iglesia no beatifica para señalar culpables ni para reabrir heridas. La beatificación es un canto a la gracia de Dios, una proclamación de que el amor ha sido más fuerte que el odio y de que la vida ha vencido a la muerte”.

Monseñor Chico Martínez, en referencia al himno quiso manifestar ante el pueblo fiel congregado: “Como canta el Himno, fueron llevados a la almazara, como aceitunas de esta tierra de Jaén. Sus vidas, aparentemente trituradas por el odio, fueron en realidad molturadas por el amor, y se convirtieron en óleo nuevo, en perfume del Ungido que sigue sanando y dando luz a su Iglesia”.
El Prelado jiennense, de igual modo, no olvidó su muerte como semilla de esperanza para la Iglesia que peregrina en esta tierra y también la universal: “Nuestros mártires son testigos de esperanza también porque interpelan nuestra fe. Denuncian, con su vida entregada, nuestros conformismos, nuestras medias tintas, la tentación de acomodar el Evangelio para no complicarnos la vida, nuestra “mediocridad”. Nos recuerdan que no se puede dar a Dios solo una parte del corazón”. Para añadir, “Los santos siempre miran al futuro. Su sangre no cierra una historia; la abre. Su muerte no es un final, sino una siembra fecunda. Desde el cielo interceden por esta Iglesia de Jaén para que no nos acobardemos, para que vivamos con valentía, coherencia y alegría la fe que hemos recibido”.
Con una referencia a la Navidad “Esta es la gran noticia que vamos a celebrar en Navidad. Dios no nos creó para abandonarnos, ni para dejarnos sometidos al poder del mal y de la muerte. Dios se ha hecho uno de nosotros. Y porque Él vive con nosotros, nuestra vida tiene sentido, incluso en medio del sufrimiento; nuestra historia tiene futuro, incluso cuando parece rota. Los mártires lo creyeron. Y porque lo creyeron, vivieron y murieron de otra manera. Su esperanza se apoya en Cristo, Emmanuel, Dios-con-nosotros”.

Al finalizar la celebración y rezar juntos la oración de los mártires, la urna con las reliquias, que desde el pasado sábado se encontraba en el presbiterio, fue traslada en procesión a hombros de los seminaristas hasta la capilla de San Pedro Pascual, donde podrá recibir veneración de los fieles.

Se cierra, así, uno de los grandes frutos de este año Jubilar de la Esperanza, en el que la Iglesia ha reconocido el martirio de 124 jiennenses: sacerdotes, laicos y una religiosa, que entregaron su vida por amor a Dios y fidelidad a Jesucristo.
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