Continuando las etapas, amanecieron sábado y domingo en el pabellón del pueblo de Monterroso, encargado de acogernos durante dos noches para pernoctar allí. Dos etapas de las más largas del camino. Cerca de 25 y 30 kilómetros nos esperaban por delante para seguir nuestro camino hacia el Apóstol. La segunda etapa se dirigía desde Portomarín a Palas de Rey y la tercera desde aquí hasta Arzúa.
La tercera de las etapas llamada rompepiernas ya empezó a propiciar la aparición de cansancio y alguna que otra lesión entre nuestros peregrinos, pero que no impidieron mantener la ilusión por la meta. Además, en estos dos días fuimos acogidos por la comunidad parroquial del pueblo de Monterroso, en la que celebramos la Eucaristía por la tarde.
Seguidamente, durante la cuarta y quinta etapa, nos acogió un pabellón del pueblo de Touro. Dos etapas muy asequibles para los peregrinos ya acostumbrados a las largas distancias. Todo un paseo y descanso en comparación a los días anteriores. Y, también, en Touro fuimos para celebrar la Eucaristía en sus parroquias. No obstante, lo mejor aún estaba por venir. La última noche en Touro nos esperaba con una celebración penitencial. Ante la cruz de los jóvenes, que nos ha acompañado durante este camino, los jóvenes tuvimos la oportunidad de rezar, cantando al Señor, y acercarnos al abrazo de su perdón, mediante el sacramento de la reconciliación. Una velada para el recuerdo y con ansias de exprimir la última etapa en la que nos esperaría la ciudad de Santiago.
Con muchas ganas abrimos los ojos y nos pusimos en camino. Durante la etapa cuarta y esta última tuvimos una visita muy especial. Nuestro Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, con mucha ilusión y con muchas ganas, hizo hueco para estar con nosotros. Recorrió con nosotros las dos últimas etapas para escucharnos, conocernos y darnos su apoyo, dejándonos claro que le preocupamos mucho y nos tiene siempre muy presentes.
Así pues, la última etapa nos dio un respiro al llegar a Monte do Gozo para comer. Después, apenas 5 kilómetros nos separarían de la Catedral, donde duerme el Apóstol Santiago. Parecía increíble, pero entre lágrimas, abrazos, gritos, cantos, calor y nervios, Jaén entraba en la plaza del Obradoiro, con nuestro Pastor a la cabeza y celebrando nuestro triunfo ante estos kilómetros. Creo que podemos decir que fue, el momento más bonito que hemos vivido durante este camino. Llegar todos juntos sin importar cuán grande sea el cansancio o las dificultades. Dios nos ayudó y nos empujó para llegar hasta el final.
De esta manera, nos metíamos de cabeza en la ciudad de Santiago para emprender la aventura de la PEJ’ 22.
El mismo día de la llegada, celebramos la Eucaristía con Don Sebastián y, a continuación, nos dirigimos hacia el pabellón del IES Rosalía de Castro, que estos días no está cogiendo para pasar noche.
Así pues durante el día 3 de agosto llegaron nuestros amigos de Jaén y el pequeño grupo que se sumaba a nosotros para vivir la PEJ. Tuvimos la suerte de visitar el pórtico de la vocación, en el que se nos apelaba a descubrir nuestra vocación en nuestra vida cristiana. Todo ello culminado con la Eucaristía en el Seminario presidida por nuestro Obispo, acompañado por el Obispo de la Diócesis de Guadix. Al caer la tarde, acudimos en conjunto al acto de inauguración de la PEJ’ 22 y, ya sí, arrancó de manera oficial esta locura de la ciudad de Santiago.
Durante estos días estamos acudiendo a diferentes actividades como catequesis, conciertos, talleres que nos llenan el corazón de palabras, sentimientos, emociones y, sobre todo, nos llenan del Señor para, como nos dijo nuestro Obispo Don Sebastián, poder comenzar ahora la segunda etapa. No hemos terminado el camino sino que empezamos ahora. El camino empieza al volver a la Diócesis donde esperamos contagiar a todo el mundo de este amor que estamos guardando en el corazón.
Delegación de Juventud
