“Nunca caminarás solo” era el himno premonitorio de la PEJ 2017, lema que nunca nos abandonó durante el fin de semana que duró la Peregrinación y Encuentro de Jóvenes al Santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar.
Todo empezó el viernes a las siete de la tarde: el autobús dejó atrás Jaén con un ambiente cargado de fe, expectativas, dudas y presagios. Algunos se conocían de antes y otros iban por amigos de amigos. Los había experimentados (hasta nueve peregrinaciones a la espalda), y otros no tanto.
Por la noche, el Adoremus fue una primera toma de contacto, con un formato un poco diferente que permitía el diálogo y la reflexión.
Por la mañana, en un sábado que recién se acababa de estrenar, el Cuadro de la Virgen de Andújar presenció la salida de más de sesenta peregrinos (y sus linternas) con una meta en la mente: el Santuario de la Virgen de la Cabeza. Dios nos acompañó todo el camino, y nos dio un cielo con estrellas tan brillantes que parecía que estaba bordando el mantón más bonito del mundo para la Virgen a la que íbamos a ver. Cuando clareó, algunos llevaban casi la mitad del recorrido, aunque había tantas formas de caminar como peregrinos: relajados, a buen ritmo, parlanchines, reflexivos. Y al final, la temida cuesta de los Caracolillos no fue tan terrible, y llegamos al lugar que habíamos visto unas horas antes tan alto y tan lejos. ¡La Virgen por fin estaba cerca!
Por la tarde, realizamos actividades relacionadas con María como garante de cuidados y discutimos sobre temas como el compromiso, la corresponsabilidad, estar atentos a las necesidades de los demás y la felicidad. Y por la noche, después de un juego nocturno en el que demostramos que no sólo éramos cristianos sino grandes estrategas, en una tertulia más íntima, debatimos ideas y dudas. Bajo la pregunta “¿Qué le preguntarías al Papa Francisco si tuvieras la ocasión?”, discutimos sobre el papel de la Iglesia en la sociedad actual y qué opinaban los jóvenes al respecto.
Para terminar, la mañana del domingo celebramos la Eucaristía en el Santuario, presidida por nuestro Obispo, Don Amadeo Rodríguez Magro, y nos despedimos de la Virgen de la Cabeza con su himno.
“Hasta el año que viene” era la promesa que algunos murmuraban a las paredes de piedra. Y el ambiente de comunión que se había instalado desde el viernes permaneció hasta el final (posiblemente aderezado con una comida que resultó ser excepcional. Como dijo sabiamente un sacerdote que todos conocemos: “a las personas se las conquista por el estómago”).
Al final, después de tantas curvas como días del año, el autobús llegó a las siete de la tarde al mismo lugar que había abandonado dos días, cuando no sabían que algunos de ellos no volverían siendo los mismos.
Ana Belén V. C.
Delegación de Juventud