El Obispo presidió, el pasado 2 de octubre, en la Catedral de Jaén, la Eucaristía con motivo del cincuenta aniversario de la fundación de los colegios de Attendis de la capital, Guadalimar y Altocastillo.
A la celebración eucarística acudieron, además del alcalde de Jaén, D. Julio Millán; alumnos; profesores; equipo directivo de ambos centros; padre y madres de los alumnos; capellanes… así como otras muchas personas que a lo largo de este medio siglo de vida han estudiado en estos centros del Opus Dei.
Una Misa muy bien organizada en la que los alumnos, perfectamente uniformados, hicieron las lecturas. El grupo litúrgico musical EscuchArte acompañaron con sus voces en la celebración.
Homilía
El Obispo quiso comenzar sus palabras agradeciendo la invitación para celebrar tan importante aniversario, a la vez que recordó los inicios de estos centros educativos: “Hace 50 años que se fundó este Grupo educativo con el nombre de “Attendis”, es decir: ‘atender’, poner atención, cuidar de alguien… Por tanto, con el gran objetivo de atender a los alumnos, a las familias y a los profesores, que se unirían a un proyecto hermoso, inspirado por las enseñanzas de San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, sobre la educación y la familia”. Para continuar diciendo, “Hoy, estáis presentes la mayoría de las personas que formasteis en su inicio el Grupo promotor de los colegios Guadalimar – Altocastillo y otras muchas familias que posteriormente se unieron con gran entusiasmo y generosidad a esta gran misión de transformar la sociedad a través de la familia. ¡Felicidades!”
Para finalizar , Monseñor Chico Martínez se dirigió a la comunidad educativa animándolos a continuar este camino que comenzó hace medio siglo: “Queridos profesores, alumnos, familias… que bebéis de esta gran fuente que hace 50 años brotó, para fecundar vuestras vidas, nuestra tierra jienense y nuestro mundo, os felicito y os aliento a que este patrimonio educativo en todas sus dimensiones: humana, sapiencial y espiritual, que un día iniciasteis y que hemos recibido en nuestro hoy, sea a la vez una ayuda y una exigencia. Las nuevas generaciones, si quieren, pueden encontrar en su propia historia las raíces de un cristianismo vigoroso y de una espiritualidad pujante, y las de unas competencias y valores necesarios para desenvolverse en un mundo global y comprometerse con la mejora de su entorno”.
En su despedida quiso tener presente a María y animó a los presentes a configurar su vida en una fuerte fe: “Pidamos, en este día que el Señor nos conceda una fe auténtica que sea capaz de mover aquellas montañas que dificultan nuestro caminar hasta alcanzar la plenitud de nuestra santidad contemplando el rostro misericordioso de Dios. Le pedimos a la Santísima Virgen María, nuestra Madre y Maestra, que nos fortalezca en la fe; que nos enseñe a ser humildes en nuestra oración, ante las necesidades que tenemos en nuestras familias y en nuestro mundo; y confiemos en tan buena Mediadora que sabe exponer nuestras necesidades, que no exige, sino que confía en la voluntad de Dios, poniendo nuestras vidas en sus manos… No hay mayor cosa que comprometa a Dios que sabernos en sus manos… y Ella nos lleva hasta ellas”.
