Con la canción “Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro…Lo puedes llevar cuando por esa puerta salgas, lo puedes llevar muy dentro de tu corazón” comenzábamos una intensa y gozosa jornada, que el Señor nos regalaba este sábado, día 1 de abril de 2017, para compartir el tesoro de la Fe en Cristo Jesús, quién un día nos eligió, ya desde el vientre materno, nos llamó por nuestro nombre, y nos envió para ser los portavoces del inmenso Amor que Dios Padre quiere derramar sobre todos y cada uno de sus hijos, los que Él nos ha confiado, para que, a través de la misión catequética, puedan sentir y descubrir la alegría del Evangelio, como el Papa Francisco nos recuerda e insiste.
Y así, alegres y fieles a la cita, llegaban cada uno de los catequistas de las diferentes parroquias que conforman nuestra Iglesia diocesana de Jaén.
La mañana soleada brillaba de forma especial en cada uno de sus rostros en los que se dibujaba la sonrisa de un Dios que, sin duda, llena sus corazones y que, desde las muchas “fragilidades”, lo llevan cada día, apoyados en la Gracia que Dios derrama, haciendo siempre posible lo imposible. El Dios que tanto nos ama, hoy nos ha vuelto a sorprender cuando ha sobrepasado toda previsión superando los 450 catequistas inscritos, a los que se han añadido los que iban llegando a primera hora de la mañana.
Son muchos los detalles de comunión eclesial y de fe viva los que hemos podido experimentar.
Tras ponernos en la presencia del Señor en la Capilla mayor del Seminario, donde hemos tenido una breve oración presidida por nuestro Obispo, Don Amadeo, hemos tenido la suerte de contar con la sabiduría y experiencia catequética de D. Juan Luis Martín Barrios, Director del Secretariado de Catequesis de la Conferencia Episcopal Española, quién con la ponencia “El catequista: discípulo y misionero”, nos ha dibujado toda una semblanza del catequista de hoy para la sociedad actual. D. Juan Luis ha comenzado citando a San Marcos: “Llamó a los que él quiso…para que estuvieran con él…y enviarlos a predicar”(Mc3, 13-15) recordándonos que ha sido el Señor quién nos ha elegido, que nos llama cada día y sigue llamando para vivir el encuentro con Él y anunciarle aquí, en esta nuestra tierra del Santo Reino, y ahora, en el año 2017; es importante tenerlo presente para poder dar respuesta a las pobrezas que encontremos en los hermanos que el Seños nos ha confiado. Salir al paso de esas pobrezas, que no se reducen a lo material, es la gran asignatura pendiente de nuestra Iglesia y, en concreto, de la misión evangelizadora llevada a cabo, de forma especial, a través de la catequesis. Pero, para poder salir al paso de las pobrezas, hay que saber mirar la realidad con ojos nuevos, descubriendo sus carencias y proponiendo respuestas desde el Evangelio.
El ponente nos ha ido mostrando diferentes dificultades con las que nos encontramos hoy en la sociedad en la que vivimos (comodidad, autoglorificación, «solitariedad», secularización, autosuficiencia, utilitarismo, hedonismo, individualismo…) y, al mismo tiempo, ofreciéndonos luz para afrontar las dificultades como retos, que nos conviertan en auténticos discípulos misioneros, que interroguen, por el testimonio de vida donde se haga realidad la renuncia por el otro (mi hermano) la humildad, la solidaridad, gratuidad, obediencia, vivencia de lo sagrado, la comunión…Pero todo ello no es posible sin el bastón de la Palabra de Dios y de la Eucaristía, fuente de toda la misión que ya desde el bautismo se nos confió. Nos ha dicho que a Jesús le preocupaba la angustia de las gentes de su tiempo y así tenemos que ser nosotros, catequistas preocupados por las enfermedades que sufren nuestros hermanos, que aún no han conocido el Amor de Dios. Tenemos que ayudar a nuestros catecúmenos a que aprendan a preguntarse: en vez del para qué sirve lo que hacen o aprenden, que se pregunten por el sentido de lo que viven. Y para ello no son buenas las prisas, porque no respetan los procesos de crecimiento y maduración de cada persona. Para cada uno Dios tiene su momento y nuestra misión es acompañarles y ayudarles. Como muy bien nos ha hecho sentir el ponente, desde su propio testimonio de catequista, tenemos que cuidar nuestra espiritualidad para hacer arder los corazones de los que nos escuchan. Así ha sido el efecto que las palabras de D. Juan Luis han provocado en cada uno de los asistentes.
Y con ese ardor y alegría nos hemos desplazado, al término de su intervención, a las distintas aulas donde se han trabajo, por talleres, diferentes temas claves que ayuden a vivir la espiritualidad esbozada por el ponente: “Oración y Vida”; “Lectio Divina”; “Oración con los sentidos”; “Liturgia de las horas”; “El acompañamiento espiritual”; “Lectura Espiritual”; “Experiencia en el oratorio” y “La oración de Taizé”. Talleres elegidos previamente en la inscripción para el encuentro o bien al llegar al Seminario, hasta completar el aforo asignado para cada taller. Era para ver las caras de felicidad y escuchar los comentarios cuando salían de los talleres. Después tocará en casa reposar y saborear toda esa riqueza compartiéndola con los compañeros catequistas de nuestras comunidades que por diversas razones no han podido asistir.
El momento culmen de la jornada ha sido la Eucaristía, donde hemos podido celebrar y dar gracias al Señor por los dones que Él nos dado, tal y como el ponente nos invitaba en su intervención a hacer cada día: dar gracias por la vida, por la Fe y por la vocación recibida. Todos y cada uno de los detalles de la celebración (canciones, ofrendas, peticiones…) nos han ayudado a experimentar lo que la Palabra de Dios hoy nos ha dicho en el Evangelio: Cristo es la Resurrección y la Vida, y ese es el mensaje que nuestro Obispo nos ha recordado en la homilía. Tenemos que llevar a todos esa experiencia: Cristo vive, y llevarla con la Alegría que esa experiencia provoca en nosotros, a pesar de las muchas dificultades.
Después hemos podido compartir la abundante comida que cada una de las parroquias han preparado, así como toda la riqueza vivida. Entre anécdotas y risas se nos ha pasado volando el momento del refrigerio y con una rapidez extraordinaria se ha recogido todo para poder volver al salón de actos y allí realizar un gran cuestionario Kahoot sobre la catequesis, aprendiendo a hacer uso de las nuevas tecnologías como herramienta evangelizadora.
Después de las orientaciones de nuestro Delegado de Catequesis, D. José Antonio Sánchez Ortiz y con los móviles en las manos, nos hemos puesto a jugar como niños, poniendo a prueba nuestro saber, pero, sobre todo, nuestra capacidad de asombro y disfrute. Ha sido el broche de las horas que hemos compartido, en los días próximos a la celebración de la Pascua del Señor.
Toca ahora ser pregoneros de lo vivido y compartido. Toca ser testigos de la Resurrección de Cristo en nuestras comunidades y ambientes. Y, por supuesto, agradecer a todos los que han hecho posible este primer encuentro de catequistas, organizado por el recién estrenado equipo de la Delegación de Catequesis, al frente de la cual está D. José Antonio Sánchez Ortiz como Delegado. Encuentro preparado con esfuerzo y cariño que queda para el recuerdo inmortalizado en las fotos que todos hemos podido hacernos con la original idea del fotomatón.
Los agradecimientos de todos los asistentes los recojo y me hago eco de ellos desde estas líneas que se me han pedido como crónica. Gracias a nuestro obispo D. Amadeo por compartir con nosotros la jornada, gracias a nuestra Delegación Episcopal de Catequesis, gracias a los sacerdotes y a cada una de las comunidades parroquiales que habéis enriquecido la jornada, gracias a los que con generosidad habéis impartido los talleres, gracias al ponente tan excepcional, gracias a nuestra comunidad de seminaristas, a las hermanas Mercedarias y demás personal que tan fraternalmente nos acogen y ponen todo a nuestra disposición, haciéndonos sentir como en casa. Gracias a los que con su apoyo logístico y con su oración han respaldado este encuentro…gracias a los que han acogido a los niños a través del servicio de guardería (tan felices han salido los niños que han pedido a sus papás que los lleven otro día), gracias a todos y, sobre todo, gracias al Señor, que nos ha tocado el corazón de tal manera que “no podemos ni queremos callarnos su Amor”, como hemos expresado en un momento de la Eucaristía. Ánimo y adelante, a seguir sembrando con alegría, con la certeza de que Dios va delante, y de que el gran tesoro de la Fe lo llevamos en vasijas de barro, para que sea Él y no nosotros el que brille a través de nuestras pobres acciones.
M. Carmen Ropa González
Voluntaria de la Delegación de Catequesis