El pasado lunes 16 de Mayo, día previsto por el Consejo de Asuntos Económicos de la Parroquia y del arquitecto diocesano, Antonio de Toro Codes, con la empresa constructora adjudicataria de la obra, -Antonio Amezcua Sánchez, construcciones- de Bedmar, para el inicio de ejecución de la reparación, con el montaje de andamiaje en la fachada lateral del templo, se daban por comenzadas dichas obras en el tejado de la iglesia.
Durante los cuatros meses en que se estima se dilaten las tareas en la techumbre de unos mil metros cuadrados aproximadamente, se llevarán a cabo en primer lugar labores de desmontaje de todas las tejas. Limpieza de todo el material de desecho y barro que sobre las vigas y tablas de madera de dicho tejado se asienta, con el sobrepeso que esto conlleva. Regularización de dicho espacio, con una capa de comprensión reglada de cinco centímetros de espesor, realizada con mortero de cemento. Impermeabilización del tejado con placas bajo cubierta de onduline, fijada a la capa de comprensión. Y por último, colocación de las tejas curvas de cerámica originales, colocadas por hileras paralelas al alero.
Una obra presupuestada en la cantidad de 87.119,51 Euros, I.V.A incluido, a sufragar de forma unilateral y exclusiva por la Parroquia de Bedmar. Dinero del que se dispone actualmente en las arcas parroquiales, (a pesar de que aún se está pagando puntualmente cada mes, la cuota de un préstamo bancario concedido para un arreglo interior del templo), gracias al esfuerzo y generosidad de los feligreses de ésta, conseguido por medio de cuotas mensuales de fieles a favor de la Parroquia, de donativos personales extraordinarios (algunos de cuantía importante de dinero), en festivales benéficos, en comidas solidarias, en sorteos y rifas, así, como con otras actividades destinadas desde hace varios años para obtener beneficios para tal fin.
La Comunidad Parroquial, ha velado a lo largo del tiempo, y así lo seguirá haciendo, por conservar el templo que desde el siglo XVI, ha visto nacer, crecer, alimentar la fe y despedir a generaciones enteras de bedmareños. Ellos mismos, se estaban dando cuenta que la obra arquitectónica más importante de la localidad, bellamente cuidada en su interior, se estaba deteriorando por goteras y por desintegración de los materiales y del barro que caía desde el tejado, con el consiguiente peligro estructural, personal y de los bienes muebles que esto estaba acarreando.
