Las consagradas celebran su jornada anual con el deseo de caminar juntos

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

La luz, las que ellas y ellos representan en medio del mundo, la de su entrega perpetua al Señor, se encendió ayer en El Sagrario de la Catedral en la fiesta de la Candelaria, en la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

En tiempo de Sínodo, el lema bajo el que se ha celebrado esta jornada les recuerda ese camino en sinodalidad con la Iglesia, como parte activa y comprometida de ella.

Organizada por la Delegación Episcopal de Vida Consagrada y por CONFER, la Eucaristía fue presidida por el Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez y concelebrada por media docena de sacerdotes.

El gesto de encender la candela fue el inicio de la celebración, que estuvo participada en las lecturas por las y los consagrados. A la misma, acudieron una importante representación de la riqueza de congregaciones de vida activa presentes en la Diócesis de Jaén.

Para el Prelado jiennense, que en su Diócesis de origen tenía fuerte vinculación con la Vida Consagrada, era la primera actividad desde su llegada al Santo Reino que hacía con las religiosas.

Homilía

Don Sebastián, que encendió su vela al comienzo de la celebración eucarística,  inició su homilía destacando la importancia de la luz en la vida cristiana. “La luz es un símbolo frecuente en las páginas de las sagradas escrituras, para indicar la presencia de Dios. Jesús, es luz sobre toda luz. Él mismo, en un determinado momento de su predicación dirá: “Yo soy la luz del mundo, quien me sigue no anda en tinieblas, sino que tiene la luz de la vida”. Los que seguimos a Cristo, los que queremos imitarle, hemos de ser también luz. Ana se encontró con la luz… y dio testimonio de la luz.

En este sentido, el Obispo resaltó el compromiso vital de las consagradas a la vez que los animó a seguir la senda que un día los llevó a dejar todo y entregarse al Señor. “Y  mientras avanzamos en el camino sinodal damos gracias a Dios por el don de la vida consagrada que enriquece a la iglesia con sus virtudes y carismas y le muestra al mundo el testimonio alegre de la entrega radical al Señor. De la admirable variedad que sois, surge una visión conjunta de lo que sois vosotros, los cristianos y cristianas consagrados a Dios en el seguimiento de Cristo mediante la profesión de los consejos evangélicos. Podríamos entretenernos en enumerar y ponderar las muchas cosas buenas que hacéis entre todos en el nombre del Señor, en el anuncio de la palabra de Dios y en la celebración de los sacramentos, especialmente la Eucaristía y el sacramento de la penitencia. Vuestro excelente trabajo en la educación cristiana, la pastoral juvenil y familiar, la asistencia a los enfermos, y la ayuda ocasional y permanente a los más necesitados, ancianos, niños sin familia, transeúntes, personas marginales y necesitadas de todas clases y en las más diferentes circunstancias”.

Para concluir sus palabras, Monseñor Chico Martínez les ofreció unas recomendaciones para seguir siendo candelas vivas que iluminan la Iglesia.  En primer lugar ser “el testimonio de vivir para Dios, en la oración, en el servicio, en el desprendimiento, en la bondad y en la misericordia”. La segunda necesidad, decía Don Sebastián, es “la del aprecio de la Iglesia real y concreta como mediadora necesaria del Evangelio y de la vida de la gracia por medio de los sacramentos”.  Y por último, resaltó el reto de “la evangelización de los jóvenes, la educación espiritual intensa en sintonía con las enseñanzas actuales de la Iglesia y las necesidades del momento, el apoyo a la vida moral y espiritual de las familias cristianas según las enseñanzas de la Iglesia, la educación para la convivencia y la paz, la solicitud amorosa por los necesitados y por los pobres”.

Renovación de las promesas y ofrendas

Como cada año, ante el Obispo, los y las consagradas renovaron recordaron su entrega total, generosa y amorosa a Dios, renovando los tres votos de su consagración: pobreza, obediencia y castidad.

En el ofertorio, junto al Pan y el Vino presentaron ante el Obispo una alianza «signo de nuestra total pertenencia al Señor», y unas Constituciones de Congregación de Vida Consagrada, «concreción de nuestro proyecto evangélico de vida y respuesta al compromiso ante la Iglesia desde la adoración y el servicio».

Antes de la bendición, el Obispo se comprometió en visitar todas las congregaciones repartidas por la Diócesis, les pidió que siguieran orando por él, una oración que lo conforta y lo sostiene y les recordó que él lo hace a diario por todas y cada una de ellas.

Galería fotográfica: «Jornada Vida Consagrada 2022»

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