De la mano de la Pastoral de la Ecología de la Diócesis de Jaén, el pasado sábado 11 de diciembre, nos pusimos en camino bajo el lema «Señor, te invocamos desde aquí desde la cumbre» para la colocación de un Belén en el cerro de la Vicaría (término municipal de Jaén).
La jornada comenzó con una oración inicial, guiada por el sacerdote Pepe Navarrete, en el área recreativa del Neveral. Desde allí, los responsables de la Pastoral, Francisco Guerrero y Víctor Cid, nos condujeron hasta el cerro de la Vicaría a través de un bosque de pino carrasco (Pinus halepensis), repoblado en los años 50 del siglo pasado.
Desde el inicio, nos encontramos con la dificultad que supone la subida y que sin duda es el mejor reflejo de lo que ha sido nuestro día a día en este año de pandemia. Pero ahí, en la dificultad, es dónde más fácilmente surge la unidad, la amistad…y así fue como un pequeño grupo de «enamorados de la naturaleza», como Pepe señaló, fuimos compartiendo camino, conociéndonos y entre risas y anécdotas disfrutando al encontrar a Dios en la belleza de la naturaleza.
A media mañana, ya nos encontrábamos en la cima junto a dos amigos muy especiales, «Camino» y «Golfo», que estuvieron muy atentos durante todo el camino de que nadie se quedará atrás. Y es que hasta en el «mejor amigo» del hombre, pudimos encontrar un guiño de Dios, de ese Dios que siempre es fiel a su promesa y está siempre cuidando de todos.
Desde el cerro de la Vicaría pudimos disfrutar de unas vistas impresionantes ya que la niebla se fue despejando y nos permitió observar la gran riqueza natural de nuestra provincia: Sierra Morena, Sierra Mágina, Jabalcuz e, incluso, pudimos divisar Sierra Nevada.
En ese entorno tan bello, y como ya hacía San Francisco de Asís, ¡montamos el Belén! Nos unimos en oración, y tras la bendición colocamos en el cerro una pequeña y sencilla imagen de la Sagrada Familia. Un pequeño y humilde Belén.
A vísperas del «domingo de Gaudete», qué alegría y qué paz nos regaló el Señor al estar rodeados de la belleza de su creación. Ahí tuvimos la oportunidad de contemplar el Misterio de la Navidad y preparar nuestro corazón para la venida del Salvador.
Tras el almuerzo y las correspondientes fotos para inmortalizar el momento, comenzó el descenso que nos permitió visitar el refugio de la Mella y disfrutar de unas vistas impresionantes de la capital del Santo Reino.
Unos encontraron mayor dificultad en la subida, otros en la bajada, pero todos encontramos el apoyo y la ayuda del hermano, y éste fue el mayor regalo que Dios nos ofreció en este hermoso día de convivencia y encuentro en la naturaleza. ¡Gracias a todos los que lo han hecho posible!
«Qué el Niño que nació en Belén, nazca esta Navidad en tu corazón también.»
¡Feliz Navidad!
Carmen G.R.
Participante Belén de Cumbres